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VENERABLE MADRE HUMILDITA

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La proclamación de la santidad en la Iglesia


Análisis teológico de las canonizaciones y normativa vigente

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1. La naturaleza de la beatificación y de la canonización

En la bula de canonización de S. Ubaldo, del año 1191, Celestino III habla de las insistentes peticiones que llegaron a la Sede Apostólica para que se diera curso a la proclamación de su santidad, «consideratione habita ad religiosam vitam ipsius, et ad multa miracula, quae per eum, postquam migravit a saeculo, omnipotens dignatus est operari». Aun así, el Papa dirigiéndose al solicitante, el Obispo de Gubbio, continúa: «Nos vero opus istud intuentes, sensum, et intelligentias nostras excedere, quia potius est divini judicii, quam humani, cum ipse solus plene noverit qui sunt ejus, suspendimus desiderium tuum aliquamdiu, ut nobis et fratribus nostris, quid potius agendum esset Spiritus sancti gratia revelaret»(1).

Con palabras semejantes a las que aparecen a lo largo de los siglos en tantos otros documentos pontificios y en la doctrina de los autores, Celestino III pone en evidencia dos características siempre presentes en una causa de canonización:

a) sobre todo, que ésa «potius est divini judicii, quam humani», por la que el Papa, a pesar de haber recibido y aceptado las pruebas referentes a la santidad de vida de Ubaldo y a los milagros obrados por Dios a través de su intercesión, se abstuvo de emitir su decisión hasta que «quid agendum esset Spiritus Sancti gratia revelaret»;

b) en segundo lugar, subraya que se trata de una decisión tomada por el Romano Pontífice en unión con otros hermanos Obispos («nobis et fratribus nostris»). En efecto, la canonización nunca se ha entendido como un acto llevado a cabo individualmente por el Papa, sino que, como ya hemos tenido ocasión de exponer, él tomaba su decisión después de atender el parecer de los Obispos, sus inmediatos colaboradores.

Con las puntualizaciones expuestas, se puede afirmar que, tanto la beatificación como la canonización constituyen un acto libre del Romano Pontífice: libre, en cuanto que –a diferencia de la sentencia del juez, obligado a emitir la sentencia según la certeza moral adquirida ex actis et probatis–, no está determinado necesariamente por los resultados de un procedimiento en que las pruebas sobre la santidad de vida y sobre el martirio de un Siervo de Dios hayan sido plenamente satisfactorias(2).

El proceso es sólo un modo, configurado a través de una experiencia multisecular y determinado en todas sus fases por las leyes de la Iglesia, de que se sirve el Para para que se lleven a cabo las investigaciones que le permitan formarse el propio juicio y pronunciar la declaración de santidad.

La naturaleza de tal acto pontificio queda claramente expresada en la fórmula de beatificación y de canonización. La fórmula empleada por el Santo Padre para una beatificación es:

«Nos, vota Fratris Nostri N.N., Episcopi [de la diócesis de que se trate], necnon plurium aliorum Fratrum in Episcopatu multorumque Christifidelium explentes, de Congregationis de Causis Sanctorum consulto, auctoritate Nostra Apostolica, facultatem facimus, ut Venerabilis Servus Dei N.N. Beati nomine appelletur, eiusque festum, die… in locis et modis iure statutis quotannis celebrari possit»(3).

Basta la lectura de esta fórmula para ver que, con la beatificación, el Papa concede (facultatem facimus) que un Siervo de Dios se llame beato y pueda tributársele culto público en su honor en un determinado ámbito del pueblo de Dios (diócesis, instituto religioso, etc.). La beatificación se presenta, por tanto, como un acto de la potestad legislativa (no de la potestad judicial), en cuanto autoriza, con las características de innovación, generalidad y abstracción propias de una norma legal, el uso del título de beato, y el culto público en el ámbito de una diócesis o instituto.

La fórmula de canonización es: «Ad honorem Sanctae et Individuae Trinitatis, ad exaltationem fidei catholicae et vitae christianae incrementum, auctoritate Domini nostri Iesu Christi, beatorum Apostolorum Petri et Pauli ac Nostra, matura deliberatione praehabita et divina ope saepius implorata, ac de plurimorum Fratrum Nostrorum consilio, Beatum N.N. Sanctum esse decernimus et definimus, et Sanctorum Catalogo adscribimus, statuentes eum in universa Ecclesia inter Sanctos pia devotione recoli debere»(4).

A partir de la fórmula transcrita se muestra la complejidad de la canonización, pues la declaración Sanctum esse decernimus et definimus, et Sanctorum Catalogo adscribimus, posee un valor magisterial y dogmático(5), mientras que lo referente al culto público tiene un carácter legislativo respecto a la Iglesia universal.

La distinción apuntada entre el proceso como elemento previo y el acto pontificio ha sido claramente formulada por la doctrina. A modo de ejemplo, un autor del siglo XVII, Carlo Felice De Matta, distingue dos fases sucesivas en una causa de canonización:

«Canonizationum causas esse pro parte contentiosas,

et pro parte non contentiosas, constat ex ipsa methodo, illas pertractandi»(6).

La pars contentiosa es aquella llevada a cabo según las normas legales, «en las cuales se establece el modo de proceder que debe observar la Sagrada Congregación de los Ritos Sagrados, desde la introducción de la causa hasta el último decreto, en el que se escribe que la causa se halla en un estado tal que, si parecerá bien al Santo Padre, se podrá llegar a la canonización. Se llama contenciosa, porqué en sus partes singulares se procede, servatis servandis, en forma de juicio contencioso, y oído siempre en la Urbe el Promotor de la Fe o el Sotopromotor por él designado, o bien, fuera de Roma, el Promotor fiscal»(7).

A su vez, «la pars non cotentiosa», que puede llamarse definitiva, es aquélla en que no se trata del mérito de la causa en forma de juicio contencioso, sino, considerando legítimamente probado cuanto ha sido sancionado por la Congregación de los Ritos Sagrados y en presencia del Papa sobre las virtudes y los milagros, se implora, en los Consistorios públicos, la divina clemencia y la iluminación del Espíritu Santo, para que se digne inspirar lo que plazca a la Majestad divina en la mente del Sumo Pontífice, de los Cardenales y de los Prelados, cuyo consejo oirá Su Santidad en una materia de tal importancia. Todo cuanto tiene que ver con esta parte no contenciosa o definitiva no cae bajo las leyes humanas, puesto que depende exclusivamente de la inspiración del Espíritu Santo(8).

Hay, por tanto, dos fases claramente distintas:

  • la primera, de carácter instrumental y llevada a cabo según el método procesal, tiende a alcanzar, en la medida de lo posible, la certeza humana (es decir, en términos jurídicos, la certeza moral) acerca de las virtudes, el martirio o los milagros atribuidos a la intercesión del Siervo o de la Sierva de Dios;
  • en la segunda, el Papa, una vez alcanzada la certeza y acompañado de la oración de la Iglesia, pide luces al Espíritu Santo para el acto que va a realizar.

Las consideraciones precedentes se deben tener presentes para comprender rectamente el calificativo tradicional de proceso o de procedimiento aplicado a las causas de canonización. En el curso de una causa aparecen conceptos típicamente procesales, come el de prueba testifical o documental, juez, promotor de justicia, certeza moral, etc., pero no se debe perder de vista que la finalidad de una causa de canonización no es aquella de definir mediante sentencia judicial la titularidad de un derecho, o de imponer una sanción, sino de proclamar in Ecclesia y coram Ecclesia la santidad de un Siervo o de una Sierva de Dios(9). Un proceso se concluye con la sentencia que define entre los contendientes lo que según justicia es objetivamente debido a uno de ellos o a ambos, o bien impone una justa sanción a quien ha cometido un delito. En una causa de canonización, en cambio, la instrucción judicial y los pareceres de los votantes constituyen solo una fase previa al acto del Romano Pontífice, quien deberá establecer si, presupuesta la certeza moral alcanzada sobre la base de las pruebas, es o no voluntad de Dios que uno de sus Siervos sea venerado con culto público y propuesto como modelo a los demás fieles.

2. Los elementos de una causa de canonización

LA VIRTUD HEROICA

El concepto de virtud heroica(10): en una causa sobre las virtudes (de virtutibus), el lema o dubiumsobre el que los votantes son llamados a dar su parecer es: An constet de virtutibus theologalibus fide, spe, charitate tum in Deum tum in proximum, earumque adnexis in gradu heroico, in casu et ad affectum de quo agitur. Se considera virtud en grado heroico aquella por la que el fiel obra «expedite, prompte et delectabiter supra communem modum ex fine supernaturali, et sic sine humano ratiocinio, cum abnegatione cooperantis, et affectum subjectione»(11).

Por tanto, el heroísmo lleno de las virtudes se realiza cuando bajo la acción de los dones del Espíritu Santo, la criatura ha alcanzado el estado de plena unión con Dios. Entonces, la fusión de la voluntad humana con la divina empuja solícitamente («prompte») y expeditamente («expedite») al don de sí en el cumplimiento de los propios deberes, expresión de búsqueda amorosa y constante de cuanto agrada a Dios en el apartamiento de cualquier egoísta búsqueda personal y en la renuncia de sí mismo («cum abnegatione operantis et affectum sujectione»). En consecuencia, el juicio sobre la santidad o heroicidad de las virtudes practicadas por un Siervo de Dios deberá probar si en su actuar se da su uniformidad con la voluntad de Dios, que es expresión de la perfección de la caridad.

Con todo, para la prueba, hay que tener presente que «no bastan pocos actos, aunque sean heroicos, puesto que, como dicen los canonistas, en los que se canonizan se pide una múltiple excelencia de vida y, según los teólogos, no se puede afirmar que conste la práctica de las virtudes en grado heroico, si no se dan muchos actos de calidad heroica puestos por obra por el Siervo de Dios»(12).

EL MARTIRIO

El martirio: según la definición de Benedicto XIV, el martirio es la muerte voluntariamente aceptada por la fe cristiana o por el ejercicio de otra virtud en conexión con la fe(13).

Son tres, por tanto, los elementos requeridos para el martirio, que deberán ser probados en cada causa de canonización:


a) la constatación de la muerte del Siervo de Dios;


b) que la haya padecido por odio a la fe;


c) y que haya sido aceptada por amor a la misma fe(14).


Conviene advertir que, en las causas de martirio, lo que cuenta es la muerte padecida y aceptada por amor de Jesucristo, sin que constituya un obstáculo el hecho de que el Siervo de Dios haya cometido anteriormente cualquier falta o, incluso, que haya vivido en una situación habitual de pecado(15).

Se debe notar que, a diferencia de los tiempos pasados en que, tanto los procesos como la ejecución de la pena capital eran públicos, en el siglo XX se da como característica bastante generalizada en todos los casos de martirio (y no son pocos: baste pensar en las numerosas y masivas persecuciones religiosas) que el homicida proceda en la más plena clandestinidad, y busque positivamente eliminar cualquier rastro. Son, por tanto, poquísimos los casos en que el relativo proceso diocesano ha podido contar con la declaración de testimonios de visu en relación al momento de la muerte.

En ocasiones, relativamente pocas, hay testigos de visu, porque el homicidio tuvo lugar en la calle o porque el testigo pasó cerca del lugar de la ejecución. De todos modos, es frecuente el caso en que, antes de hallar el cadáver acribillado por las balas, el último testimonio de visu sea el de quienes presenciaron el arresto pocas horas antes, o de compañeros de cárcel que estuvieron con ellos hasta al momento en que se los llevaron para matarles.

Tampoco son infrecuentes los testimonios de auditu a videntibus, de quienes oyeron la charla de los homicidas, quizá mientras, ya de regreso, reponían fuerzas en una fonda y comentaban el «fanatismo» del Siervo de Dios, que –por cuanto referían los mismos verdugos– morían gritando: «¡Viva Cristo Rey!», etc. Son, también, innumerables aquellos de quienes se ha perdido la pista en el momento del arresto. Estas breves pinceladas parecen suficientes para dar una panorámica de la situación(17).

El hecho que, en las Causas recientes, el martirio haya tenido lugar en circunstancias de clandestinidad no puede de ningún modo eximir de la prueba adecuada para alcanzar la necesaria certeza moral sobre el martirio mismo, es decir, sobre la muerte (verdaderamente acaecida) infringida por odio a la fe y padecida por amor a la fe. En los casos en que no se alcanzara esta certeza moral, un Siervo de Dios podrá quizá ser mártir coram Deo, pero no lo será coram Ecclesia, según la clara distinción de Benedicto XIV(18).

La cuestión a la que deberán responder los votantes en las causas de martirio es: An constet de martyrio eiusque causa, in casu et ad effectum de quo agitur.

La fama sanctitatis vel martyrii(19). La fama de santidad es la opinión difundida entre los fieles acerca de las virtudes practicadas por un Siervo de Dios en grado superior al común, con la convicción que se puedan obtener favores –no necesariamente milagros susceptibles de ser probados– mediante su intercesión (fama signorum)(20).

Lo mismo se debe decir de la fama martyrii con la relativa fama signorum(21).

Respecto a la calidad de esta fama, en el CIC 17, can. 2050 § 2, se dice que ésa debe ser

  1. espontánea y no provocada artificialmente,
  2. nacida entre personas honestas y serias,
  3. continua,
  4. siempre con tendencia a aumentar
  5. y actualmente vigente entre la mayor parte del pueblo.

La fama deberá ser verificada ante todo en los lugares donde falleció y donde está enterrado el Siervo de Dios.

MILAGRO

El milagro(22): Prescindiendo en este momento de un análisis teológico del concepto de milagro, para los efectos que aquí interesan podemos considerar que el milagro es un hecho que supera las fuerzas de la naturaleza (en cuanto a la sustancia, en cuanto al sujeto o en cuanto al modo), obrado por Dios.

Si se trata de una causa de canonización, el milagro deberá poder ser atribuido a la intercesión de un Siervo de Dios. De ahí que, en la instrucción sobre la comprobación del milagro se deberán recoger las pruebas relativas: 

  • a) al hecho en sí mismo, que tiene que ver, en la mayor parte de los casos con la curación de una enfermedad grave; 
  • b) a la atribución del hecho a la intercesión de un determinado Siervo de Dios.


La ausencia de culto:

exceptuadas algunas causas antiguas, para las que vige un procedimiento particular sobre el que no parece oportuno detenerse, la instrucción de la causa deberá recoger también los elementos destinados a probar que no se tributa culto público al Siervo de Dios. Con esta finalidad, además de la deposición de textos de la que se pueda evidenciar que no resulta la existencia de culto, el tribunal llevará a cabo las oportunas investigaciones sobre la casa, el lugar de sepultura, etc. del candidato a la beatificación o a la canonización, para verificar que no existan signos de culto no debidos(23).

En una causa de canonización la prueba de los elementos arriba indicados deberá ser tal que sobre ellos se alcance la certeza moral. Cuando se dice que, en una causa de canonización, deben probarse las virtudes en grado heroico, el martirio o el milagro, no se puede perder de vista que la prueba en cuestión no deberá nunca producir evidencia física, sino que deberá ser tal que consienta a los votantes alcanzar la certeza moral, única certeza posible en la materia que estamos tratando.

En efecto,

¿con qué grado de certeza humana se puede probar que las disposiciones internas de una persona fallecida en relación con la santidad correspondan a cuanto aparece externamente?

Del mismo modo,

¿cómo se puede demostrar la aceptación de la muerte por la fe y la perseverancia en ella hasta el último instante en caso de martirio?(24).

Por este motivo, la prueba humana, aunque imprescindible, está orientada a que los votantes alcancen la necesaria y siempre suficiente certeza moral, es decir, aquella que, aunque sea compatible con la posibilidad absoluta de lo contrario, excluye en el caso concreto cualquier motivo digno de tener en cuenta para la realidad de lo contrario(25).

De aquí la importancia del coro integrado de diversas voces que he mencionado más arriba y de la necesidad del milagro, como confirmación de la beatificación o de la canonización por parte de Dios(26).


5. La normativa vigente


La Const. Ap. Pastor bonus atribuye a la Congregación para las Causas de los Santos la competencia en:

  • 1) el desarrollo de las causas de canonización (ayuda a los Obispos en la fase diocesana y estudio sucesivo);
  • 2) la concesión a un Santo del título de Doctor; 3) la declaración de la autenticidad de las reliquias y su conservación(27).
  • La susodicha competencia se extiende tanto a la Iglesia latina como a las Iglesias orientales.


Normativo por el que se dirige la Congregación para las Causas de los Santos y su modo de proceder. 

A. Las normas de carácter legislativo;

B. Las normas administrativas(28).


A. Normas legislativas

— La Const. Ap. Divinus perfectionis Magister(29), promulgada el 25 de enero de 1983, el mismo día en que se promulgó el vigente CIC latino; sin embargo, a diferencia de éste:

a) entró en vigor el mismo día de la promulgación, sin un periodo de vacatio legis. En efecto, el n. 17 de la Const. Ap. dice: «Quae Constituione hac Nostra praescripsimus ab hoc ipso die vigere incipiunt»;

b) el párrafo final de la parte introductoria de la Cons. Ap. Divinus perfectionis Magister contiene una clausula de alcance ilimitado, abrogatoria de toda la normativa precedente: «In posterum, igitur, abrogatis ad rem quod attinet omnibus legibus cuiusvis generis, has quae sequuntur statuimus normas servandas»(30).

c) las normas de esta Const. Ap. constituyen un ius speciale para las causas de canonización(31);

d) el n. 2 de la Const. Ap. otorga, además, una mandato a la Congregación para las Causas de los Santos para emanar normas complementarias. En virtud de este mandato, la Congregación redactó las Normae del 7 de febrero de 1983.

— Las Normae emanadas de la Congregación el 7 de febrero de 1983(32). El título completo de estas disposiciones legislativas(33) es: Normae servandae in inquisitionibus ab Episcopis faciendis in Causis Sanctorum(34). Se puede notar ya aquí que las disposiciones de la Const. Ap. Divinus perfectionis Magister han tenido un complemento legislativo únicamente en cuanto se refiere a la fase diocesana de instrucción de una causa, mientras que para el procedimiento a seguir en la Congregación las únicas normas legislativas vigentes son aquellas de la misma Const. Ap.

— El Codex Iuris Canonici y el Codex Canonum Ecclesiarum Orientalium. Los dos Códigos actualmente vigentes para la Iglesia latina y para las Iglesias orientales contienen un sólo canon en el que hay una referencia directa a las causas de canonización: son el can. 1403 del CIC y el can. 1507 del CCEO, que transcribo en paralelo:

CIC

1403 § 1. Causae canonizationis Servorum Dei reguntur peculiari lege pontificia.

§2. Iisdem causis applicantur praeterea praescripta huius Codicis, quoties in eadem lege ad ius universale remissio fit vel de normis agitur quae, es ipsa rei natura, easdem quoque causas afficunt.

CCEO

1057. In causis servorum Dei, ut inter sanctos referantur, serventur normae speciales a Romano Pontifice statutae.

La falta del § 2 en el CCEO es signo únicamente de una insuficiente coordinación en la redacción de los dos Códigos: es obvio que cuanto prescribe el Código deberá aplicarse (en referencia al CIC para las causas de diócesis latinas y al CCEO para las causas de eparquías orientales) «quoties in eadem lege (reguladora de las causas de los Santos) ad ius universale remissio fit»(35); igualmente es evidente que, a las causas, se deben aplicar también las normas de derecho universal «quae, ex ipsa rei natura, easdem quoque causas afficiunt». Sin embargo, la dificultad está en determinar con precisión cuál es la ipsa rei natura. En efecto, mientras es obvio que la Congregación deberá atenerse a las normas de derecho universal (orientales o latinas) para sustanciar un recurso jerárquico o bien para emanar un rescripto, la discusión sobre la naturaleza procesal de las causas de canonización hace problemática para un sector de la doctrina la aplicación a las mismas de las normas procesuales de derecho universal(36).

— La Const. Ap. Pastor bonus, que, promulgada el 28 de junio de 1988, sustituye a la precedente Const. Ap. Regimini Ecclesiae universae de 1967 y es la ley basilar de la Curia Romana(37). En ella se describe la estructura de los Dicasterios (artt. 2-10), el modo de proceder (artt. 11-21) y las reuniones de Cardenales (artt. 22-23); respecto a la Congregación para las Causas de los Santos, se pueden ver los artt. 71-74. Quedan así establecidos, con carácter de ley, los principios fundamentales de la Curia Romana, que serán posteriormente desarrollados, con normas de carácter administrativo, en el Reglamento General de la Curia Romana, y, también, en los Reglamentos de cada Dicasterio, previstos en los artt. 37 y 38 de la Const. Ap. Pastor bonus.

— Respecto a los abogados de las causas de los Santos, también hay que tener presentes las normas de derecho universal que se refieren a ellos(38).


B. Normas administrativas

— El Reglamento General de la Curia Romana, aprobado por el santo Padre en su redacción actual el 15 de abril de 1999 y vigente desde el 1 de julio del mismo año. Con carácter subordinado, deberá completarse mediante el reglamento de cada Dicasterio, también de naturaleza administrativa(39).

— Las otras normas administrativas emanadas de la Congregación, entre las que hay que mencionar:

a) el Reglamento del 21 de marzo de 1983(40), aprobado ad experimentum por un trienio, y ahora en fase de revisión;

b) las Normae servandae de bonis Causarum canonizationis Servorum Dei administrandis, del 20 de agosto de 1983;

c) el decreto del 2 de junio de 1984, con el que se instituye en el seno de la Congregación elStudium para la formación de los postuladores y de quienes trabajan en las causas de canonización(41).

Notas

1. Celestino III, Const. Benedictus Deus, 4 de mayo de 1191: J. Fontanini, Codex Constitutionum…(nt 21), p. 28.

2. Como ha puntualizado la Congregación para la Doctrina de la Fe en una nota publicada en «L’Osservatore Romano» del 31 de octubre de 1998, p. 7, «Il Romano Pontefice è –come tutti i fedeli– sottomesso alla Parola di Dio, alla fede cattolica ed è garante dell’obbedienza della Chiesa e, in questo senso, servus servorum. Egli non decide secondo il proprio arbitrio, ma dà voce alla volontà del Signore […]: prima sedes a nemine iudicatur. Tuttavia ciò non significa che il Papa abbia un potere assoluto. Ascoltare la voce della Chiesa è, infatti, un contrassegno del ministero dell’unità, una conseguenza anche dell’unità del Corpo episcopale e del sensus fidei dell’intero Popolo di Dio» (nn. 7 e 10 de la nota citada; cuyo texto ha sido publicado también en «Communicationes» 30 [1998], pp. 207-216). La decisión última de proceder a una causa de canonización la toma el Papa en un Consistorio (cfr. CIC, can. 353; Const. Ap. Pastor bonus, 28-VI-1988, art. 23).

3. Respecto a las fórmulas adoptadas en el paso de los siglos, cfr. G. Stano, Il rito della beatificazione… (nt 22), pp. 367-422; A. P. Frutaz, Elementi costitutivi delle cause di beatificazione e di canonizzazione, en «Rivista di vita spirituale» 30 (1976), pp. 362-375.

4. Para confirmar cuanto hemos escrito más arriba sobre el carácter de juicio potius divinum quam humanum propio de la canonización y sobre la unión de afecto colegial entre el Romano Pontífice y los demás Obispos al ejercer este acto, se puede notar como el Papa subraya que obra «divina ope saepius implorata, ac de plurimorum Fratrum Nostrorum consilio».

5. La doctrina según la cuál la canonización de un santo constituye un factum dogmaticum ha sido recordada recientemente por la Congregación para la Doctrina de la Fe en la Nota illustrativa circa la formula conclusiva della «Professio fidei», 2-VI-1998, n. 11: Suplemento a «L’Osservatore Romano», 30 giugno-1 luglio 1998, p. IV.

6. C. F. De Matta, Novissimus de Sanctorum canonizatione tractatus, Roma 1678, Pars IV, cap. 1, n. 1, p. 303.

7. «Pars contentiosa est, quae habetur in Caeremoniali Leonis X […]. Et quae traditur in novissimis Decretis Urbani Papae Octavi […]. In quibus statuitur forma procedendi in Sacrorum Rituum Congregatione, ab ipsa introductione causae usque ad ultimum decretum, quo rescribitur, Causam esse in statu, et terminis, ut quandocumque Sanctissimo placuerit, ad solemnem Canonizationem deveniri possit. Dicitur contentiosa, quia super omnibus articulis, et dubiis proceditur in forma iudicii contentiosi, servatis servandis, et audito in omnibus Domino fidei Promotore in Urbe, et Subpromotore ab ipso deputato, vel Promotore fiscali in Partibus» (Ibid., pp. 303-304).

8. «Pars vero non contentiosa, quae vocatur definitiva, est […], ubi non discutitur amplius super meritis causarum in forma iudicii contentiosi, sed habitis pro legitime probatis iis, quae in Sacrorum Rituum Congregatione, et coram Sanctissimo super virtutibus, et miraculis, firmata fuerunt, in publicis Consistoriis imploratur divina clementia, et illuminatio Spiritus Sancti, quatenus in summi Pontificis, S.R.E. Cardinalium, ac Praelatorum, quorum consilio Sanctitas sua in tanto negotio sit usura, mentibus inspirare dignetur ea, quae divinitati suae sunt placitura […]. Porro quod attinet ad hanc partem non contentiosam, seu definitivam […], non cadit sub humanis legibus, cum pendeat a sola inspiratione Spiritus Sancti» (Ibid., nn. 1-2, p. 304).

9.

10. Cfr. L. Brancati Di Lauria, Commentaria… in III Librum Sententiarum Joannis Duns Scoti, Roma 1653, T. II, «De virtutibus», disp. 32, pp. 709-815; Benedetto XIV, Opus de Servorum Dei… (nt 22),L. III, cap. 21-41; R. Hofmann, Die heroische Tugend. Geschichte und Inhalt eines theologischen Begriffes, München 1933; A. Eszer, Il concetto della virtù eroica nella storia, in «Sacramenti, Liturgia, Cause dei Santi. Studi in onore del Cardinale Giuseppe Casoria», Napoli 1992, pp. 605-636; I. Noval, Commentarium Codicis Iuris Canonici. Liber IV, de processibus, pars II et III, Torino-Roma 1932, pp. 252-301; A. Royo Mejía, Apuntes sobre la evolución histórica del concepto de la heroicidad de las virtudes aplicado a las causas de los Santos, en «Revista Española de Derecho Canónico» 52 (1995), pp. 519-561; M. Sieger, Die Heiligsprechung. Geschichte und heutige Rechtslage, Würzburg 1995, cap. 18.3, «Die heroische Tugend», pp. 250-267.

11. BENEDICTO XV, Opus de Servorum Dei … (nt 22), L. III, cap. 22, n. 1. Más adelante añade «virtutem heroicam esse illam, quae […] erumpit in actum superantem communem modum operandi humanum, ita ut tunc quis heroice operari dicatur, cum operatur supra communem hominum, etiam virtuose operantium, conditionem» (ivi, n. 10).

12. «Paucos actus, licet heroicos, non sufficere; cum multiplex excellentia vitae requiratur in Canonizandis, uti loquuntur Canonistae in superioribus allegati, et cum de virtutibus constare dici non possit in gradu heroico, ut loquuntur Theologi, si multiplices non proponantur actus a Dei Servis eliciti, qui qualitate heroica praediti sint» (ivi, n. 11). Poco después continúa: «Multitudinem actuum, licet heroicorum, satis non esse ut virtutes Beatificandi, et Canonizandi approbentur; satis enim non est, si ex pluribus heroicis actibus, ex. gr. virtutis fidei heroicus habitus fidei comprobetur, sed ulterius requiritur, ut ex aliis actibus juxta modum infra explicandum habitus heroici aliarum virtutum theologalium, et cardinalium demonstrentur […]. Tandem, ut proposito de virtutibus heroicis dubio affirmando responderi possit, oportet, ut Heros semper fuerit idem; hoc est ut non defecerit a semita virtutis» (ivi). Respecto al tiempo en que debe ser practicada la virtud en grado heroico, el mismo Benedicto XIV escribe: «Dum munere fungebar Fidei Promotoris et intereram Congregationi sacrorum rituum, nonnullos Consultores audivi asserentes pro virtutum approbatione opus esse, ut Servus Dei per spatium saltem ultimorum decem annorum suae vitae heroice vixerit […]. Cum autem assertionis rationem explorassem, nec ulla umquam mihi allata sit, a proposita sententia non recedo, quae diuturnam exposcit quidem heroicitatem, absque ulla tamen temporis definitione» (L. III, cap. 39, n. 5).

13. «Martiryum esse voluntariam mortis perpessionem, sive tolerantiam propter Fidem Christi, vel alium virtutis actum in Deum relatum» (BENEDICTO XIV, Opus de Servorum Dei … (nt 22), L. III, cap. 11, n. 1).

14. Para una visión global del punto de visto teológico y jurídico, se puede ver Sto Tomás De Aquino, Summa Theol., II-II, q. 124; C. F. De Matta, Novissimus (nt 36), Parte II, cap. 11 y Parte IV, capp. 21-22: 83-87 e 402-411; Benedicto XIV, Opus de Servorum Dei…(nt 22), L. III, capp. 11-20. Para los autores más recientes, cfr. A. Kubis, La théologie du martyre au vingtième siècle, Roma 1968; I. Gordon, De conceptu theologico-canonico martyrii, in AA.VV., «Ius Populi Dei. Miscellanea in honorem Raymundi Bidagor», vol. I, Roma 1972, pp. 485-521; E. Piacentini, Il martirio nelle Cause dei Santi, Città del Vaticano 1979; B. Gherardini, Il martirio nella moderna prospettiva teologica, in «Divinitas» 26 (1982) pp. 19-35; I d., Il martirio nell’attuale «temperies» teologico-giuridica, in AA.VV., «Studi in onore del Card. Pietro Palazzini», Pisa 1987, 159-175; A. Filipazzi,La prova del martirio nella prassi recente della Congregazione delle Cause dei Santi, Roma 1992; J. L. Gutiérrez, La certezza morale nelle cause di canonizzazione, specialmente nella dichiarazione del martirio, in «Ius Ecclesiae» 5 (1993), pp. 645-670; Id., Las causas de martirio del siglo XX, en «Ius Canonicum» 37 (1997) pp. 407-450.

15. Cfr. BENEDICTO XIV, Opus de Servorum Dei … (nt 22), L. I, cap. 28, n. 8; se puede ver también L. I, cap. 29, nn. 1-2 y L. III, cap. 15, nn. 7-8, 13 y 18-19.

16. Para una historia de la persecución religiosa en España y de sus causas con fundamentales las obras de V. CÁRCEL ORTÍ. Es de particular interés Buio sull’altare. 1931-1939: la persecuzione della Chiesa in Spagna, ed. Città Nuova, Roma 1999, con la nota bibliográfica previa (pp. 17-20), en la que se ofrece la amplia producción del autor en esta materia.

17. El Rvmo. P. Ambrogio Eszer, Relator de la Causa de la Beata Edith Stein, O.C.D., propuso observaciones similares. El actual relator General escribe: «Dobbiamo avvertire che i Tyrannidel nostro secolo sono sostanzialmente diversi da quelli dell’antichità e del Medio Evo, fino all’epoca dell’800… Onde gli antichi mezzi per determinare un martire ed un martirio non reggono più… Eppure il nostro Magister (Benedetto XIV) aveva in qualche modo previsto anche tale caso» (Congregazione delle Cause dei Santi, Servae Dei Teresiae Benedictae a Cruce,Positio super martyrio et super virtutibus, Roma 1986, Relazione sulla Causa, pp. 55-56). Se puede ver también J. L. Gutiérrez, I miracoli nell’apparato probatorio delle cause di canonizzazione, en «Ius Ecclesiae» 10 (1998), pp. 491-529; Id., Las causas de martirio del siglo XX (nt 44).

18. Cfr. BENEDICTO XIV, Opus de Servorum Dei … (nt 22), L. III, cap. 19, n. 17.

19. Cfr. F. Scacchi, De cultu et veneratione Servorum Dei, Roma 1639, L. I, Sect. IX, capp. 4 e 5; C. F. De Matta, Novissimus… (nt 36), Pars IV, cap. 19; Benedetto XIV, Opus de Servorum Dei (nt 22), L. II, capp. 39-42; R. ZERA, La fama di santità (fondamento morale e rilevanza giuridica), Crotone 1984; F. Veraja, Le cause di canonizzazione dei Santi, Città del Vaticano 1992, pp.25-29.

20. «Fama autem sanctitatis in genere nihil aliud est, quam existimatio seu communis opinio de puritate et integritate vitae, et de virtutibus non utcumque, sed per continuatos actus, data occasione, exercitos supra communem operandi modum aliorum proborum virorum, aut mulierum ab aliquo Servo vel Serva Dei jam defunctis, necnon de miraculis eorum intercessione a Deo patratis; ita ut, concepta in uno vel pluribus locis erga eos devotione, a plerisque in suis necessitatibus invocentur, et plurium graviorum virorum judicio digni existimentur, ut per Sedem apostolicam referantur in album Beatorum vel Sanctorum» ( Benedetto XIV, Opus de Servorum Dei… [nt 20], L. II, cap. 39, n. 7).

21. «Pariter fama Martyrii in genere nihil aliud est, quam existimatio et communis opinio, quod aliquis vel aliqua pro fide Christi, vel pro virtute, quae ad fidem Christi deducatur, illatam sibi mortem patienter tulerint, et quod signa seu miracula eorum intercessione, vel ad patefaciendam eorum pretiosam mortem secuta sint; ita ut, apud plerosque concepta devotione, in suis necessitatibus invocentur, et gravium virorum existimatione digni judicentur, ut in catalogum Beatorum et Sanctorum a summo Pontifice referantur» (ivi).

22. Cfr. L. Brancati Di Lauria, Commentaria… (nt 40), T. IV, disp. 20, «De miraculis», Roma 1676, 19-668; Benedicto XIV, Opus de Servorum Dei (nt 22), L. IV/1, capp. 1-33; F. Antonelli, De inquisitione medico-legali super miraculis in causis beatificationis et canonizationis, Roma 1962; W. Schamoni, Wunder sind Tatsachen. Eine Dokumentation aus Heiligsprechungsakten, 2ª ed. Würzburg 1978; D. Composta, Il miracolo: realtà o suggestione? Rassegna documentata di fatti straordinari nel cinquantennio 1920-1970, Roma 1981; A. Eszer, Miracoli ed altri segni divini. Considerazioni dogmatico-storiche con speciale riferimento alle cause dei Santi, in «Studi Palazzini» (nt 44), pp. 129-158.

23. Cfr. Urbani VIII Pontificis Optimi Maximi Decreta servanda in Canonizatione et Beatificatione Sanctorum. Accedunt Instructiones, et Declarationes quas Em.mi ac Rev.mi S.R.E. Cardinales Praesulesque Romanae Curiae ad id muneris congregati ex eiusdem Summi Pontificis mandato condiderunt, Roma, ex Typographia Rev. Camerae Apostolicae 1642. Se trata de una colección de documentos emanados a partir de 1625 por Urbano VIII y por la Curia Romana. El texto completo se encuentra también en Benedetto XIV, Opus de Servorum Dei (nt 22), L. II, Apéndice I, pp. 475-495, que, como advierte F. Veraja (La beatificazione… [nt 21], p. 71, nota 165), recoge íntegramente la compilación de 1642, a pesar de que el título sea «Decreta Sanctissimae Inquisitionis edita sub diebus 13 martii e 2 octobris 1625».

24. Cfr. J.L. GUTIÉRREZ, La certezza … (nt 44), pp. 657 y 661-666.

25. Se pueden ver los Discursos a la Rota Romana de Pío XII del 3 de octubre de 1941 (AAS 33 [1941], pp. 421-426) y del 1 de octubre de 1942 (AAS 34 [1942], pp. 338-343), y de Juan Pablo II el 4 de febrero de 1980 (AAS 72 [1980], pp. 172-178). Para un comentario, cfr. J. L. Gutiérrez,La certezza (nt 44)…, pp. 645-653; C. de Diego-Lora, Commento al can. 1608, en AA.VV. «Comentario exegético al Código de Derecho Canónico», Pamplona 1996, vol. IV/2, pp. 1537-1550; Z. Grocholewski, La certezza morale come chiave di lettura delle norme processuali, en «Ius Ecclesiae», 9 (1997) 417-450; J. Llobell, La certezza morale nel processo canonico matrimoniale, en «Il Diritto Ecclesiastico» 109 (4/1998), pp. 758-802.

26. En referencia a la doctrina de Santo Tomás de Aquino (II-II, q. 178, art. 2), era opinión común entre los autores «miracula ese facta in ordine ad declarandam, hominibusque manifestandam, tum Sanctitatem alicujis Servi dei, tum dei voluntatem circa illius beatificationem, et canonizationem» (A. MATTEUCCI, Practica theologico-canonica ad causas beatificationum et canonizationum pertractandas, Venecia 1721, tit. III, cap. 8, n. 6: p. 235); y respecto a la perseverancia final «Ideo cum [miracula] esse debent testimonia divina sanctitatis personae, a Deo per personam, quae sit sibi accepta, patrantur. Quoniam vero haec potuit a perfectione deflectere, et non in ipsa perseverare usque ad obitum inclusive, ideo asseritur […] requiri miracula post obitum» (ivi., tit. III, cap. 8, § 1, n. 12: 236). Brancati di Lauria había escrito: «miraculi probatio est fundamentum decreti canonizationis […] quamvis pro canonizatione sit necessarium probare virtutes in vita, et miracula post mortem, ut saepe probatum est ex Constitutionibus diversorum Pontificum. Si tamen deretur casus, quod de virtutibus alicuius non haberetur notitia, quia antiquus, et nullus scripsit eius gesta, tamen post mortem miracula patrarentur in eius sepulchro, vel ad invocationem, aut contactum reliquiarum illius, haec sufficerent ad canonizandum» (L. Brancati Di Lauria, Commentaria … (nt 40), T. IV, disp. 20, art. 25, § 4, n. 1119: p. 639). Se puede ver también F. Contelori, Tractatus et praxis de canonizatione Sanctorum, Lione 1634, cap. 19, n. 2: p. 221; F. De Matta, De Sanctorum … (nt 36), Parte IV, cap. 7: 352-358; etc. Al respecto, Juan Pablo II se ha expresado en los siguientes términos: «Lorsqu’ils [les miracles] sont constatés dans des conditions rigoureuses, puis reconnus officiellement par l’autorité ecclésiale, de tels faits sont comme un sceau divin qui confirme la sainteté d’un serviteur de Dieu dont l’intercession a été invoquée, un signe de Dieu qui suscite et légitime le culte qu’on lui rend et donne une caution à l’enseignement que comportent sa vie, son témoignage et son action. Pour les causes des saints, les miracles ont une signification très forte: ils font, en quelque sorte, entendre la «voix de Dieu» dans le discernement de l’Eglise en vue de la béatification ou de la canonisation d’un serviteur de Dieu. Ils éclairent et confirment le jugement qui engage l’autorité de Pierre et de l’Eglise » (Juan Pablo II, discurso del 19 de noviembre de 1988 a los participantes en el encuentro con la consulta médica de Lourdes promovido por la Congregación para las Causas de los Santos: en «Insegnamenti», XI/4 [1988] p. 1586). Se puede ver también, J. L. Gutiérrez, Le prove sussidiarie nelle cause di canonizzazione (opinioni di Prospero Lambertini e innovazioni di Benedetto XIV), en «Ius Ecclesiae» 5 (1993), pp. 545-574; Id ., I miracoli … (nt 47); A. Royo, Algunas cuestiones sobre la heroicidad de las virtudes y la certeza moral jurídica en las causas de los Santos, en «Ius canonicum» 34 (1994), pp. 189-226.

27. Cfr. Const. Ap. Pastor bonus, artt. 71-74.

28. Cfr. E. Apeciti, Le nuove norme per le cause di canonizzazione, in «La scuola cattolica» 119 (1991), pp. 250-278. A. Casieri , Postulatorum Vademecum, 2ª ed., Roma 1985. G. Dalla Torre , voce Processo canonico (processo di beatificazione e canonizzazione), in «Enciclopedia del Diritto», vol. XXXVI, Milano 1987, pp. 932-943; A. Eszer , La Congregazione delle Cause dei Santi. Il nuovo ordinamento della procedura, in AA.VV. «La Curia Romana nella Const. Ap. «Bonus pastor»», Città del Vaticano 1990, pp. 309-329; J. L. Gutiérrez, Commento del can. 1403 CIC, en «Comentario exegético al Código de Derecho Canónico», cur. Instituto Martín de Azpilcueta y de la Facultad de Derecho Canónico de la Universidad de Navarra, Vol. IV/1, Pamplona 1996, pp. 643-666; Id ., Le cause di beatificazione e di canonizzazione, in AA.VV., «I giudizi nella Chiesa. Processi e procedure speciali», Quaderni della Mendola 7, Milano 1999, pp. 269-309; L. Porsi, Cause di di canonizzazione e nella Cost. Apost. «Divinus perfectionis Magister»: considerazioni e valutazioni, in «Monitor Ecclesiasticus» 110 (1985), pp. 365-400; Id ., Natura delle «cause dei Santi». Indagini storico-scientifiche o vere cause e quali? in AA.VV., «Sacramenti, Liturgia, Cause dei Santi. Studi in onore del Cardinale Giuseppe Casoria», Napoli 1992, pp. 651-673; R. Rodrigo, Manual para instruir los procesos de canonización, Salamanca 1988 (ed. ital. Manuale per istruire i processi di canonizzazione , Institutum Historicum Augustinianorum Recollectorum, Roma 1991); R. J. Sarno,Diocesan Inquiries Required by the Legislator in the New Legislation for the Causes of Saints, Roma 1987; W. Schulz, Das neue Selig– und Heiligsprechungsverrfahren, Paderborn 1988; M. Sieger, Die Heiligsprechung, (nt 40); F. Veraja, Le cause di canonizzazione dei Santi. Commento alla legislazione e guida pratica, Roma 1992.

29. AAS 75 (1983), pp. 349-355.

30. El 25 de enero de 1983 quedaron, pues formalmente abrogadas, en cuanto derecho dispositivo humano, todas las normas hasta ese momento vigentes (exceptuados únicamente los decretos de Urbano VIII, mencionados en el n. 2, 6º, 2º párrafo de la Const. Ap.). Fue, por tanto, abrogada, la legislación del CIC 17 (cann. 1999-2141), que había sido completada y parcialmente modificada por documentos sucesivos, especialmente por el Motu pr. de Pablo VISanctitas clarior, del 19 de marzo de 1969.

31. El CIC, ca. 1403 § 1 usa el término peculiaris lex pontificia, mientras que el can. 1057 del CCEO, se refiere a normae speciales a Romano Pontifice statutae. Sobre las relaciones entre lex universalis y ius speciale se puede ver el ca. 20 del CIC.

32. AAS 75 (1983), pp. 396-403.

33. La Const. Ap. establece en el n. 2: «In huiusmodi inquisitionibus Episcopus iuxta peculiares Normas a Sacra Congregatione pro Causis Sanctorum edendas procedat». Respecto a la naturaleza legislativa de estas Normas en la jerarquía de las fuentes, hay que notar que las disposiciones cuya emanación dependía de la Congregación se llaman aquí Normas, lo que sugiere su carácter legislativo, mientras que los prescriptos de carácter transitorio relativo a las causas en curso en el momento de entrada en vigor de la nueva legislación debían definirse mediante un peculiare decretum (administrativo) de la misma Congregación (cfr. Const. Ap., n. 16), que fue llevado a cabo mediante el Decretum generale, emanado el mismo 7 de febrero de 1983 (AAS 75 [1983], pp. 403-404) y completado sucesivamente por la resolución del Congreso ordinario del 22 de mayo de 1992.

34. El n. 2 de la Const. Ap. (citado en la nota precedente) establece los límites de la delegación de potestad legislativa: las normas de la Congregación atañen exclusivamente a las inquisitiones ab Episcopis faciendae.

35. De todos modos, la leyes hoy vigentes sobre las causas de los Santos (promulgadas en concomitancia con el CIC) no contiene de hecho ningún reenvío explícito al mismo CIC, y mucho menos al CCEO, promulgado el 18 de octubre de 1990.

36. Trataré explícitamente de la cuestión en la parte VI de la presente exposición.

37. El CIC , can. 360 prevé que la constitución y la competencia de los Dicasterios «lege peculiare definiuntur». Técnicamente se debería calificar como derecho especial (cfr. CIC, can. 20).

38. Se puede ver la Const. Ap. Pastor bonus, art. 183 y el Motu pr. Iusti iudicis, 28-VI-1988: AAS 80 (1988), pp. 1258-1261.

39. Cfr. Reglamento general de la Curia Romana, art. 1 § 2.

40. El texto se encuentra publicado en OCHOA VI, coll. 8592-8600.

41. AAS 76 (1984), pp. 1089-1090.

42. Hay que tener en cuenta que el supplex libellus no se presenta a un tribunal diocesano, sino al Obispo, quien, si lo acepta, iniciará por sí mismo la instrucción o, como sucede habitualmente, mediante un delegado que actúa como juez. Aún en el caso que el nombramiento de un juez para una causa de canonización recaiga sobre la persona que es juez del tribunal ordinario diocesano (y lo mismo vale para el promotor de justicia y para el notario), él deberá prestar un nuevo juramento de munere fideliter adimplendo e de secreto servando, precisamente por tratarse de un tribunal diverso (cfr. Normae del 7-II-1983, artt. 5-6).

43. Cfr. CIC, can. 1608 § 2 y 1604 § 1. Si se desea añadir algún documento o elemento nuevo, la Congregación deberá examinarlo y verificar su autenticidad antes de inserirlo en las actas procesuales.

44. Cfr. CIC, can. 1608 y CCEO, can. 1291.

45. Para una exposición más detallada cfr. J. L. GUTIÉRREZ, I miracoli (nt 47), pp. 494-496 y 510-519.

46. Cfr. supra, nota 38.

fuente: https://www.almudi.org

¿Por qué se necesitan milagros para canonizar?


  1. Porque solo Dios obra milagros y constituyen una confirmación divina de la santidad de la persona invocada, al margen de posibles errores humanos.
  2. Porque es de «importancia capital» conservar la necesidad de los milagros en las causas de canonización.

Probar la autenticidad de un hecho prodigioso requiere pasar por todo el rigor de un proceso de investigación y de un meticuloso examen científico y teológico, «actualmente para la beatificación de un siervo de Dios no mártir, la iglesia pide un milagro, para la canonización (también de un mártir) pide otro. Sólo los presuntos milagros atribuidos a la intercesión de un siervo de Dios o de un beato “post mortem” pueden ser objeto de verificación».

Se considera milagro aquel hecho que supera las fuerzas de la naturaleza, que es realizado por dios fuera de lo común de toda la naturaleza creada por intercesión de un siervo de dios o de un beato.

La investigación del milagro se lleva a cabo separadamente de aquella sobre las virtudes o sobre el martirio.

El itinerario procesal para reconocer un milagro se desarrolla en dos momentos:

  1. El primero en el ámbito de la diócesis donde ocurrió el hecho prodigioso –se recogen declaraciones de testigos oculares, documentación, etcétera;
  2. El segundo momento, la congregación examina todo este material.

Declarar la santidad de alguien no es como asignar un título honorífico aunque uno persona esté en el cielo, puede darse que no sea digno de un culto público.

Además, establecer la heroicidad de las virtudes, a través de todo el trabajo de recogida de pruebas testimoniales y documentales» y de «valoración teológica» hasta llegar a la «certeza moral y a la formulación del juicio», aunque sea «fundado, serio y preciso», no está exento de «posibles errores».

Los humanos podemos equivocarnos, engañarnos: los milagros en cambio sólo Dios puede realizarlos, y Dios no engaña».

En este sentido, los milagros son un «signo cierto de la revelación, destinado a glorificar a Dios, a suscitar y reforzar nuestra fe, y son también, por lo tanto, una confirmación de la santidad de la persona invocada. Su reconocimiento consiente por lo tanto otorgar con seguridad la concesión del culto. De aquí la «importancia capital de conservar su necesidad en las causas de canonización».

El rigor de la ciencia y del examen teológico.

 

Un órgano colegial constituido por cinco médicos especialistas y dos peritos de oficio forman la consulta médica, encargada del examen científico del presunto milagro. El juicio de aquellos «es de carácter estrictamente científico», por lo cual el hecho de que sean «ateos o de otras religiones no es relevante».

Su examen y discusión final se concluyen estableciendo exactamente el diagnóstico de la enfermedad, el pronóstico, el tratamiento y su solución. La curación, para considerarla objeto de un posible milagro, debe ser juzgada por los especialistas como rápida, completa, duradera e inexplicable según los actuales conocimientos médico-científicos».

El milagro puede superar las capacidades de la naturaleza en cuanto a:

  • En cuanto a la sustancia del hecho, (quoad substantiam)
  • En cuanto al sujeto o (quoad subiectum)
  • En cuanto al modo de producirse.  (quoad modum)

De aquí que se distingan tres grandes milagros:

  1. La resurrección de los muertos,
  2. La completa curación –que a veces puede presentar la reconstrucción de órganos— de una persona juzgada incurable
  3. La curación de una enfermedad –curable médicamente a largo plazo— de forma instantánea.

Se debe confirmar que la curación es completa, instantánea, inexplicable  y duradera.

Pero no sólo curaciones físicas pueden ser objeto de examen, sino también hechos prodigiosos de orden técnico, como ocurrió en el caso del milagro que abrió las puertas a la beatificación de sor María Petkovic.

Si se presentan incertidumbres, la consulta suspende la evaluación y pide otros peritos o documentaciones. Una vez alcanzada la mayoría o la unanimidad en el voto, el examen pasa a la consulta de los teólogos».

Éstos, a partir de las conclusiones de la Consulta Médica, «están llamados a identificar el nexo de causalidad entre las oraciones al siervo de Dios y la curación o suceso técnico inexplicable, y expresan el dictamen de que el hecho prodigioso es un verdadero milagro.

Cuando también los teólogos han expresado y redactado su voto, la valoración pasa a la Congregación de los Obispos y Cardenales quienes, tras escuchar la exposición realizada por un “ponente”, discuten todos los elementos del milagro: cada componente por lo tanto da su juicio, que hay que someter a la aprobación del Papa.

Será el sumo Pontífice finalmente quien determine el milagro y disponga la promulgación del decreto. Éste constituye un acto jurídico de la Congregación para las Causas de los Santos, sancionado por el Papa, por el que un hecho prodigioso es definido como auténtico milagro.

 

 

fuente: https://es.zenit.org/

Diferencias entre una beatificación y una canonización


Las seis diferencias entre una beatificación y una canonización

  • El número de milagros, quién celebra la misa o donde se le venera diferencian mucho a alguien que ha sido beatificado de uno canonizado.
  • A rasgos generales, se puede decir que una canonización es un proceso más avanzado que una beatificación.
  • Francisco, "feliz" de proclamar la "santidad" de Juan Pablo II
    Francisco, «feliz» de proclamar la «santidad» de Juan Pablo II EFE

Entre una canonización y una beatificación hay diferencias, que aunque pocas, son claras.  Aún así, hay una fina línea entre ambos procesos y puede llevar a la confusión. A rasgos generales, se puede decir que una canonización es un proceso más avanzado que una beatificación. Una beatificación proclama a alguien como beato, una canonización lo proclama como santo. Antes de que alguien sea canonizado, tiene que haber sido antes beatificado.

1. Diferencia entre beato y santo. En una canonización, se proclama a alguien como santo y se le incluye en el canon, es decir, entra en una lista oficial de santos. Una persona canonizada tiene la confirmación de que tiene una visión beatífica, es decir, la Iglesia tiene la certeza de que el santo tiene un privilegio divino y está en contacto directo con Dios. En una beatificación, lo que se reconoce es que alguien ha entrado en el cielo y puede interceder por aquellos que rezan en su nombre. Al nombrar a alguien beato, la Iglesia reconoce que ha llevado una vida virtuosa y santa.

2. El número de milagros. En una beatificación, se necesita por lo menos un milagro atribuido al candidato, a menos que este haya muerto por martirio. Para una canonización, se necesitan dos milagros. El primero, el que ya se ha contabilizado para la beatificación y el segundo, uno que haya tenido lugar después de que fuera beatificado. Este segundo milagro se toma como una confirmación de que Dios «aprueba» de la proclamación hecha por la Iglesia.

3. Dónde se le venera. La beatificación es un «proceso administrativo» mediante el cual el papa permite que un candidato a ser santo sea venerado públicamente en lugares asociados a su vida, es decir «a pequeña escala». En el caso del papa Juan Pablo II, ya beato, su festivo, el 22 de octubre, puede celebrarse en Roma y en todas las diócesis de Polonia, lugares asociados a él.

La canonización implica una mayor formalidad, el papa establece de forma oficial que una persona es santa y está en el cielo, por lo que se permite el culto al santo por toda la Iglesia. Implica también que se pueden dedicar iglesias al canonizado sin necesidad de un permiso especial. Es decir, la persona considerada «santa» ya lo es a nivel mundial y se le puede venerar en todo el planeta, no sólo en sitios relacionados con su vida.

4. Quién pide el reconocimiento. En una beatificación, es el obispo de la diócesis donde murió el afectado quien pide que se le considere bendecido. En una canonización, es el prefecto de la Congregación para las causas de los Santos quien habla en nombre de la Iglesia entera y quien pide que se le declare santo. Es decir, una beatificación se hace a título personal de la diócesis cercana al encausado, una canonización se hace a petición de toda la Iglesia.

5. Quién preside la misa. Dentro del protocolo, la diferencia más importante durante cientos de años fue que durante una canonización el papa presidía la misa. Durante una beatificación, no. Pero durante el pontificado de Pablo VI, esta línea se difuminó cuando presidió en 1971 la misa de beatificación de Maximiliano Kolbe, mártir en un campo de concentración nazi.

Una práctica de presidir ambos tipos de misas que mantuvo el papa Juan Pablo II, que celebró cientos de misas de beatificación, incluida la de Juan XXIII en el año 2000. Benedicto XVI intentó instaurar de nuevo la diferencia entre ambos y, durante cinco años, sólo presidió misas de canonización. Pero en septiembre de 2010 presidió la beatificación de John Henry Newman y, en mayo de 2011, de Juan Pablo II.

6. La beatificación es un proceso simplificado. Las beatificaciones comenzaron como un proceso de simplificación para aquellos a quienes se les quería proclamar santos. Cuando se instauró el sistema centralizado de nombramiento de santos, muchas diócesis tenían que esperar años hasta poder celebrar a alguien o rendir devoción a nivel local a una persona considerada santa por lo que se instauró el proceso de beatificación, más rápido, para que se pudiera rendir devoción a alguien a nivel local.

REQUISITOS PARA REGISTRAR UN MILAGRO


REQUISITOS PARA REGISTRAR UN MILAGRO

  1. La invocación debe ser inequívoca, unívoca, coral, (al mismo tiempo), eclesial, Que sea la única intercesora ante Dios, (es necesario que no encomiende a otros intercesores celestiales). La invocación debe haber sido hecho al pedir explicitamente la intersección del Siervo de Dios, para obtener el milagro.
  2. La invocación debe ser anterior al evento considerado milagroso. Debe preceder al cambio favorable al cuadro clínico.
  3. Que haya una evidencia del médico por escrito, (que certifique que la sanación ocurrida no tiene explicación científica, medicamente hablando).
  4. Que el milagro-sanación tenga durabilidad en el tiempo. (ejemplo si se le ha devuelto la vista a un ciego, que dure de dos años en adelante la manifestación de la sanación).

Características de los milagros.

Para que un suceso sea considerado como milagros debe tener las siguientes característica:

  1. INSTANTÁNEO (debe ser extremadamente rápido respecto del tiempo previsible de curación que se considera normal.)

  2. DURADERO EN EL TIEMPO

  3. COMPLETO

  4. PERFECTO, ESTABLE (sin recaídas o reincidencias)

  5. INEXPLICABLE PARA LA CIENCIA

Una curación considerada inexplicable que haya sido desaprobada tres veces, no puede ser presentada de nuevo. Si por tres veces el organismo que examina las curaciones da un resultado suspensivo o negativo, el caso no puede ser presentado nuevamente.

Cuando los hechos atribuidos a la intercesión de un Venerable Siervo de Dios o beato no cumplen las condiciones señaladas, porque no se han podido demostrar,  o porque son cuestiones de carácter espiritual, etc., se denominan gracias y favores.

SELECCIÓN DE PRESUNTOS MILAGROS

  • Evitar la fantasía o de la superstición y distinguir favores o gracias de posibles milagros = caso explicable según las leyes de la naturaleza.
  • No son admitidos los hechos extraordinarios de orden moral (p. ej., la conversión de
    un pecador empedernido, la pacificación de una familia, el abandono de un vicio, como la droga o el alcohol, etcétera).
  •  Hay que centrar la investigación solamente sobre los fenómenos extraordinarios de orden físico. Entre ellos, los fenómenos más comunes suelen referirse a curaciones prodigiosas después de la invocación a un siervo de Dios o a un beato.

4. INVESTIGACIÓN PREVIA

  • a) Ante todo hay que pedir a la persona curada o a los padres, si se trata de un niño, una relación escrita, lo más minuciosa y detallada posible, sobre los siguientes datos: síntomas de la enfermedad; diagnóstico y pronóstico de los médicos; eventuales curas; desarrollo de la enfermedad; a quién se encomendó el enfermo; si la curación fue instantánea; controles médicos después de la curación. Si se trata de una persona poco culta, el postulador, u otra persona, podrán ayudarle a redactar dicha relación.
  • b) Si en dicha relación se encuentran elementos suficientes para pensar que se trata de un milagro, hay que empezar a recoger todos los documentos posibles relativos al caso. Si la persona curada estuvo ingresada en alguna clínica u hospital, hay que pedir el historial clínico de dichos centros y los certificados de los diversos exámenes radiológicos, de laboratorio, etc. Hay que abundar en detalles, en especial el historial. Es necesaria una copia íntegra del historial, donde, además del diagnóstico y del pronóstico, se detalla día a día el curso de la enfermedad y las medicinas usadas. Recuérdese que por razón del secreto profesional, tiene derecho a exigir la documentación médica sólo el enfermo, o los padres, si se trata de un menor de edad. En el caso de que no existiera historial médico, habrá que obtener, por lo menos, una relación del médico o médicos que trataron al paciente.
  • c) Obtenida la relación y toda la documentación relativa al caso, conviene consultar a un especialista en la enfermedad de que se trata, para que diga si existe alguna explicación natural según la ciencia. En la práctica lo mejor es que los actores envíen toda la documentación al postulador de Roma, el cual, además de la experiencia, tiene medios para consultar a algunos de los médicos que forman parte de la Consulta de la Congregación. El indicará sí vale la pena o no instruir un proceso. El perito de Roma ayuda también a redactar los interrogatorios, de los que hablaremos más adelante.

SOLICITUD DEL POSTULADOR

En el caso de que el hecho extraordinario atribuido a un determinado siervo de Dios, realizadas las investigaciones previas y consultado algún médico competente, presente las características de un posible milagro el postulador dirige una solicitud a la autoridad competente, adjuntando a ella:

1) Un informe detallado del caso;
2) La declaración escrita del presunto agraciado;
3) Una lista de testigos, entre los que no pueden faltar los médicos que trataron al
enfermo, y los familiares del mismo;
4) Toda la documentación recogida hasta el momento;
5) El dictamen de un perito, si existe (cf. art. 38).

PASOS PARA EL REGISTRO

  1. Dar seguimiento a cada caso que se presente
  2. Narrar, por escrito el favor o milagro recibido,  especialmente por la persona beneficiada o si es bebe o niño por los familiares mas cercanos. En dicha descripción tiene que quedar de manifiesto que solo fue encomendado a  la intercesión de la Sierva de Dios. 
  3. Solicitar a los familiares o a la persona beneficiada directamente por el favor o milagro, que haya archivando todos los originales de las evidencias médicas;  es decir todo comprobante de los estudios realizados: sean radiografías, tomografías, diagnósticos; todo por escrito. De grandísima importancia es solicitar al médico su certificación en la cual exprese que la ciencia médica no tiene explicación de dicho evento.
  4. Enviar al correo electrónico de la causa de beatificación toda la información, además enviar los documentos con original y dos copias, vía correo postal.  (también el beneficiado debe quedarse con otra copia).
  5. Acompañar el informe preferentemente con fotografías y si existen algún vídeo que manifieste dicha sanación, servirá para clarificar las pruebas.

Las 4 vías de beatificación y canonización.


Hasta julio de 2017, existían tres caminos por los que una persona podría ser elevada a la categoría de beato o santo:

  1. El martirio para personas asesinadas por odio a la fe;
  2. La práctica de forma heroica de las virtudes; y, por último,
  3. La canonización equivalente, fruto de la devoción hacia el candidato y fórmula por la que el Papa confirma un culto que ya existente.

Con esta carta apostólica con forma de Motu Proprio titulada «Maiorem hac dilectionem», El papa Francisco introduce una nueva ví­a a mitad de camino entre el martirio y las virtudes heroicas. A diferencia de la vía del martirio sí requiere de un milagro atribuido a la intercesión de la persona para su beatificación y otro para su canonización.

Así pues el Papa Francisco abre una nueva vía para alcanzar la santidad.

La cuarta vía se llama

«La vía del ofrecimiento de la vida». 

Reconoce la santidad de quienes han ofrecido su vida por el Evangelio y por los demás y han fallecido como consecuencia de ello. Sería, por ejemplo, el caso de una persona que se ha consagrado al cuidado de leprosos, se ha contagiado y muerto por esa enfermedad.

fuente:

https://press.vatican.va/content/salastampa/es/bollettino/pubblico/2017/07/11/hac.html

https://www.romereports.com/2017/07/11/el-papa-aprueba-una-nueva-via-para-alcanzar-la-santidad/

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Milagros, gracias y favores


Periódicamente se dan a conocer hechos sobrenaturales, de carácter inexplicable científicamente, atribuidos a la intercesión de un Siervo de Dios o un beato, que manifiestan la cercanía de Dios.

La Congregación para las causas de los santos de Roma, recuerda que la fama de santidad y la de gracias atribuidas a la intercesión de los Siervos de Dios es verdaderamente el motor de los procesos de beatificación y de canonización.

Que Dios desee conceder gracias y favores espirituales y materiales a través de la intercesión de los santos y de quienes van camino de serlo. Es una manifestación del dogma de la comunión de los santos que repetimos los cristianos desde los albores del cristianismo los domingos en el símbolo de la fe, y manifiesta la comunión entre la Iglesia de los que están en el cielo, en el purgatorio y en la tierra.

Finalmente, la Iglesia distingue entre los milagros necesarios, como vox Dei, que confirman que un venerable Siervo de Dios o un beato han de ser añadidos al catálogo de los santos y se les puede dar culto público general restringido a un determinado ámbito o conjunto de diócesis, familia espiritual, etc.

Para que el Santo Padre pueda autorizar el decreto de un milagro se debe haber estudiado que es hecho extraordinario, que se atribuye a la intercesión unívoca de un beato o un Venerable y cumple las determinaciones que marca el derecho canónico: La curación debe ser instantánea. Es decir, que en el caso concreto que se investiga:

El tiempo de la curación

debe ser extremadamente rápido respecto del tiempo previsible de curación que se considera normal.

La curación debe ser perfecta

Debe ser estable y duradera, sin reincidencias o recaídas

Cuando los hechos atribuidos a la intercesión de un Venerable Siervo de Dios o beato no cumplen las condiciones señaladas, porque no se han podido demostrar,  o porque son cuestiones de carácter espiritual, etc., se denominan gracias y favores.

Según la teología católica los milagros, gracias y favores, son un signo de la providencia amorosa de Dios y una manifestación, por tanto, de su misericordia en favor de sus hijos los hombres.

José Carlos Martín de la Hoz

José Carlos Martín de la Hoz, Teología del milagro y Causas de canonización, en Ius communionis, 5 (2017) 123-142.

Mas sobre los milagros

Mas estas cosas que se realizan divinamente alguna vez fuera del orden comúnmente establecido en la naturaleza, suelen llamarse “milagros”; porque nos “admiramos” cuando, viendo el efecto, ignoramos la causa. Y como una misma causa es a veces conocida por unos e ignorada por otros, de ahí resulta que, entre quienes ven un efecto simultáneamente, unos se admiren y otros no. Por ejemplo, el astrólogo no se admira viendo un eclipse de sol, porque conoce la causa; sin embargo, quien desconoce esta ciencia, ignorando la causa, ha de admirarse necesariamente. Así, pues, hay algo admirable para éste y no para aquél. Luego será admirable en absoluto lo que tenga una causa absolutamente oculta. Y esto significa la palabra “milagro”, a saber, lo que “de sí está lleno de admiración”, y no con respecto o éste o a aquél. Es así que la cace absolutamente oculta a los hombres es Dios, porque ya se probó (c. 47) que ningún hombre puede comprender intelectualmente la esencia divina en el estado actual de vida. Luego serán propiamente milagros las cosas que divinamente se realizan fuera del orden comúnmente observado en la naturaleza.

Mas hay diversos grados y órdenes de estos milagros.

  1. MILAGROS DE PRIMER GRADO

Estos milagros se llaman milagros en cuanto al fondo (quoad substantiam).

Porque ocupan el grado supremo entre los milagros aquellas cosas en que Dios realiza le que jamás puede hacer la naturaleza, como que dos cuerpos estén simultáneamente en un solo lugar, cine el sol retroceda o se pare, que el mar se divida ofreciendo camino a los transeúntes. Y entre estas cosas se ha de considerar también el orden, porque cuanto mayores son las cosas realizadas por Dios y más alejadas están del poder de la naturaleza, tanto mayor es el milagro. Como mayor milagro es el retroceso del sol que la división del mar.

Un evento está por encima del curso de la naturaleza y más allá de sus fuerzas productivas: en lo que respecta a su naturaleza sustancial, es decir, cuando el efecto es de tal naturaleza que ningún poder natural podría hacer que se cumpla en cualquier manera o forma alguna, como por ejemplo,

  • la elevación a la vida del hijo de la viuda (Lucas 7),
  • o la cura del ciego de nacimiento (Juan 9).

2. MILAGROS EN SEGUNDO GRADO

El segundo grado concierne al sujeto (quoad subiectum):

Ocupan el segundo grado entre los milagros las cosas en que Dios realiza algo que incluso puede realizar la naturaleza, pero no por el mismo orden. Pues obra de la naturaleza es que determinado animal viva, vea y camine; pero que tras la muerte viva, tras la ceguera vea y tras la cojera camine, tal no puede hacer la naturaleza, sino que lo realiza Dios alguna vez milagrosamente. Y en esto también se ha de considerar el orden, mirando a que lo que se hace esté más alejado del poder de la naturaleza.

En cuanto a la forma en que se produce el efecto es decir, donde puede haber fuerzas de la naturaleza, amueblada y capaz de producir el efecto considerado en sí mismo, sin embargo, el efecto se produce de una manera totalmente diferente de la manera en que naturalmente debe ser realiza, es decir, instantáneamente, por una palabra, por ejemplo,

  • la curación del leproso (Lucas 5).

la enfermedad de una persona es considerada incurable, durante su proceso puede haber destruido incluso huesos u órganos vitales; en este caso no sólo se verifica la completa curación, sino también la reconstitución integral de esos órganos (restitutio in integrum). El poder de Dios se muestra en el milagro: directamente a través de su propia acción inmediata o mediatamente a través de criaturas como medios o instrumentos.

 

3. MILAGROS EN TERCER GRADO

Estos se llaman milagros en cuanto a la forma de su producción (quoad modum).

Se da el tercer grado de milagros cuando Dios realiza lo que ordinariamente obra la naturaleza, pero sin contar con los principios operantes de la misma; como cuando alguien es curado por virtud divina de una fiebre naturalmente curable y cuando llueve sin que intervengan los principios naturales.

Cuanto la curación de una enfermedad, que la medicina podría haber conseguido solamente después de un largo periodo, se da instantáneamente.

 

Fuente: http://santotomasdeaquino.verboencarnado.net/capitulo-ci-de-los-milagros/

FENOMENOS MISTICOS EXTRAORDINARIOS


 LOS FENÓMENOS SOBRENATURALES

Dios no sólo hizo lo que la Biblia dice que hizo en tiempos del Antiguo Testamento, sino que, a partir del Nuevo, Él hace eso y mucho más. ¿Pruebas? La vida de numerosos varones y mujeres de Dios a los largo de la era cristiana. He aquí algunos de los numerosísimos fenómenos sobrenaturales.

Fenómenos de orden cognoscitivo

Distínguense dos clases de fenómenos de este género : los del orden intelectual, y los del orden psico-fisiológico.

Fenómenos divinos intelectuales.

Redúcense a dos principales ; las revelaciones privadas, y las gracias gratuitamente dadas.

Diferencia entre las revelaciones privadas y y las publicas.

Revelación divina en general es la manifestación sobrenatural hecha por Dios de una verdad oculta. Cuando esta manifestación es para el bien de la Iglesia entera, es revelación pública; cuando tiene por fin el provecho particular de los que la reciben, se llama revelación privada.  No pueden publicarse las revelaciones privadas sin la aprobación de la autoridad eclesiástica.

Nadie obliga a los fieles a creer en ellas; al aprobarlas, la Iglesia no nos impone la obligación de creerlas, sino solamente permite, dice Benedicto XIV , que puedan publicarse para enseñanza y edificación de los fieles. 

Cómo hace Dios las revelaciones.

De tres diferentes maneras : por medio de visiones, de locuciones sobrenaturales, y de toques divinos.

a) Las visiones

son percepciones sobrenaturales de un objeto naturalmente invisible para el hombre. No son revelaciones, sino cuando manifiestan alguna verdad oculta. Son de tres especies: sensibles, imaginativas o puramente intelectivas.

Las visiones.

Son de tres tipos.

1) Las visiones sensibles o corporales,

que también se llaman apariciones, son aquellas en las que los sentidos perciben una realidad objetiva naturalmente invisible para el hombre. No es necesario que el objeto que se percibe, sea un cuerpo humano en carne y hueso; basta con que sea una forma sensible o luminosa.

Por eso se admite comúnmente, con Santo Tomás, que Nuestro Señor, después de la Ascensión, no se apareció personalmente sino raras veces ; se aparecía de ordinario en
una forma sensible que no era su verdadero cuerpo. Cómo se aparezca en la Eucaristía explícase de dos maneras, dice Santo Tomás :

  1. o por una impresión milagrosa en los órganos de la visión (cuando no es visto sino por uno solo);
  2. o por la formación en el aire ambiente de una forma sensible real, pero distinta del cuerpo mismo del Señor;

porque, añade el Santo, el cuerpo del Salvador no puede ser visto en su forma propia sino en un solo lugar : “ Corpus Christi non potestin propriá specie videri nisi in uno loco, in quo definitive continetur ”.
Lo mismo que se dice de Nuestro Señor, ha de decirse también de la Santísima Virgen ; por esto, cuando se apareció en Lourdes, su cuerpo no se movió del cielo, y, en el lugar
de la aparición, no había sino una forma sensible que la representaba. Por esto se explica que ora se apareciese en una forma, ora en otra.

Por tanto: 1) Visiones corporales o externas son aquellas en que los ojos del cuerpo perciben una realidad naturalmente invisible al hombre; en tal caso no es necesario que el objeto que se ve (persona o cosa) esté física y realmente presente, sino que basta que se forme la imagen en la retina. Es a lo que de ordinario se le llama apariciones.

2) Las visiones imaginarias o imaginativas

son aquellas que son producidas en la imaginación por Dios o por los ángeles en el estado de vigilia o durante el sueño.

Así se apareció varias veces un ángel a San José en sueños, y Santa Teresa cuenta muchas visiones imaginativas de la humanidad de Nuestro Señor estando ella despierta

1; a menudo estas visiones van acompañadas de una visión intelectiva que explica la significación de aquellas

2. A veces recorre el alma, en la visión, países lejanos : éstas casi por entero son visiones
imaginativas.

Por tanto; 2) Visiones imaginativas son aquellas en que Dios estimula la imaginación del individuo a fin de comunicarle un mensaje, de manera que el subconsciente humano no es capaz de controlar o dirigir el proceso. De este tipo son los sueños proféticos.

3) Visiones intelectivas

son aquellas en las que el espíritu percibe una verdad espiritual sin formas sensibles : tal fue la visión de la Santísima Trinidad que tuvo Santa Teresa. Estas visiones son, ya por medio de ideas antes adquiridas, ya de especies infusas, que representan las cosas divinas mejor que las ideas adquiridas. A veces son oscuras, y no manifiestan sino la presencia del objeto; otras son claras, mas no duran sino un instante : son a manera
de intuiciones que dejan profunda impresión.

Hay visiones que reúnen dos o tres caracteres al mismo tiempo. Así la visión de S. Pablo en el camino de Damasco fue a la vez sensible, cuando vio la luz resplandeciente; imaginativa, cuando se le manifestaron los rasgos distintivos de Ananías en la imaginación ; e intelectiva, cuando entendió lo que Dios quería de él.

Por tanto: Visiones intelectuales son aquellas en las que ya no intervienen los sentidos sino sólo la inteligencia, pero sin necesidad de emplear la facultad de razonar, por ello se accede a un entendimiento puro, superior a todo lo humanamente posible.

Las visiones corporales y las imaginativas, pueden tener orígenes sobrenaturales, pero, de acuerdo con la experiencia y las enseñanzas de los grandes místicos, son muy raros, a menudo intactos, son ilusiones o alucinaciones naturales o de engaños diabólicos.


Las locuciones sobrenaturales.

son ciertas hablas o manifestaciones del divino entendimiento que hace Dios perciban los sentidos exteriores, los interiores o,: directamente, el entendimiento, Llámanse auriculares, cuando son vibraciones milagrosamente formadas que suenan en los oídos;
imaginativas, cuando escúchalas sola la imaginación; intelectivas, cuando directam ente se encaminan al entendimiento

Son comunicaciones que Dios hace. Pueden ser percibidas por los sentidos externos (el oído) o interiormente. Es común que visiones y locuciones se den al mismo tiempo, pero no necesariamente. El beato Francisco Marto veía pero no podía oír a la Virgen en Fátima.

Los toques divinos son sensaciones espirituales deliciosas, impresas en la voluntad por
una especie de contacto divino, y que van acompañadas de viva luz en el entendimiento.
Distínguense dos clases de ellos : los toques divinos ordinarios, y los toques divinos sustanciales, que, aunque tocan en la voluntad, son tan hondos, que parecen llegar hasta lo más profundo de la sustancia misma del alma; ésta es la razón de aquellos m dos de hablar de los místicos, cuando declaran haber experimentado un contacto de sustancia a sustancia. En realidad estos toques ocurren en la parte más sutil de la voluntad y del entendimiento, en la que estas facultades tocan con la sustancia misma del alma; pero son las potencias, y no la sustancia, según la doctrina de Santo Tomás, las que reciben estas impresiones. Esta parte sutil de la voluntad llámanla los místicos la cumbre del espíritu, o la cumbre de la voluntad, y también el fondo del alma.

Cómo hemos de habernos con respecto a estas gracias extraordinarias. Los
grandes místicos enseñan a una que no se han de desear ni pedir estos dones extraordinarios. Ciertamente no son de necesidad para llegar a la unión divina; y aun a veces, por causa de nuestras majas inclinaciones, son más bien obstáculos para la divina unión. Demuéstralo particularm ente S. Juan de la Cruz; afirma que el deseo de revelaciones roba la pureza de la fe, engendra una curiosidad maligna que es origen de ilusiones, ocupa el espíritu con vanos fantasmas, descubre de ordinario falta de humildad y de obediencia a Nuestro Señor, el cual, por medio de las revelaciones públicas, nos ha procurado todo lo que hemos menester para ir al cielo. 
Además las visiones están sujetas a mil ilusiones;
de aquí la necesidad de dar reglas para discernir las
verdaderas de las falsas.


Las revelaciones.

Son manifestaciones sobrenaturales de una verdad oculta o un secreto divino que Dios decide comunicar para bien general o para la utilidad de quien la recibe. Pueden ser privadas (cuando son hechas a un individuo, y no entran en el depósito de la fe) o universales (las Sagradas Escrituras y la Tradición).

Conocimiento del interior de otro.

Dios comunica a un siervo suyo los secretos del corazón de otras personas, por ejemplo, sus pecados. Fue algo que experimentaron frecuentemente el Santo Cura de Ars y el padre san Pío de Pietrelcina.

La hierognosis.

Es el conocimiento de lo que es sagrado. Quienes reciben esta gracia son capaces de distinguir sin ningún esfuerzo de su parte un objeto bendito de uno que no lo está, o las auténticas reliquias de los santos.

Ciencia infusa universal.

Tiene lugar cuando, sin estudio alguno, se posee un vastísimo conocimiento de la Sagrada Escritura, de los principios de la vida espiritual o de la teología.

Las gracias gratuitamente dadas

Las gracias gratuitamente dadas lo son principalmente para el provecho de los demás. Son dones gratuitos, extraordinarios y transitorios, conferidos directamente para el bien de los demás, aunque indirectamente puedan servir para la santificación del mismo que los recibe. Enuméralos S. Pablo con el nombre de carismas; en la Epístola a los Corintios distingue nueve, los cuales todos proceden del mismo Espíritu :

  1. i) El habla de sabiduría, sermo sapientia, que nos ayuda a sacar de las verdades de fe, consideradas como principios, conclusiones que acrecientan los tesoros del dogma.
  2. El habla de ciencia, sermo scientia, por el que nos valemos de las ciencias humanas para explicar las verdades de la fe.
  3. El don de fe, no la virtud, sino una certidumbre especial capaz de producir prodigios.
  4. La gracia de curar enfermedades, gratia sanitatum, que no es otra cosa que el poder de sanar a los enfermos.
  5. El don de hacer milagros; para confirmar la revelación divina.
  6. El don de profecía, o sea el don de enseñar en el nombre del Señor, y, si fuere menester, de confirmar la doctrina con profecías.
  7. La discreción de espíritus, o sea el don de leer los secretos del corazón y de discernir el bueno del mal espíritu.
  8. El don de lenguas, que, en S. Pablo, es el don de orar en lengua extraña con cierta exaltación, y, según los teólogos, el de hablar varias lenguas.
  9. El don de interpretación, o el de interpretar las palabras extrañas de que se tratare’.

Según advierten oportunamente S. Pablo y Santo Tomás, todos estos carismas están muy por bajo de la caridad y de la gracia santificante.

Fenómenos psico-fisiológicos.

Dase este nombre a los fenómenos que obran a la vez en el alma y en el cuerpo, y que se
refieren más o menos al éxtasis, d

Los principales son :

  1. la elevación en el aire;
  2. los efluvios luminosos;
  3. los efluvios olorosos;
  4. la abstinencia o inedia;
  5. la estigmatización.

1. La elevación en el aire.

Es un fenómeno en virtud del cual el cuerpo se mantiene elevado sin tocar en el suelo, y así se está sin apoyarse en cosa alguna natural; llámasele éxtasis ascensional. A veces elévase el cuerpo a grandes alturas : llámase entonces vuelo extático.

O tras parece correr velozmente a ras del suelo sin tocar en él: es lo que se llama marcha extática.

Numerosos casos de elevación en el aire se leen en la vida de muchos santos, ya en los Bolandistas, ya en el Breviario; por ejemplo : S. Pablo de la Cruz, 28 de abril; S. Felipe Neri, 26 de mayo; S. Esteban de Hungría, 2 de septiembre; S. José de Cupertino, 18 df septiembre; S. Pedro de Alcántara, 19 de octubre; S. Francisco Xavier, 3 de diciembre, etc.

Uno de los más célebres es S. José de Cupertino, que, al ver un día a unos obreros que no atinaban a levantar una pesada cruz de misión, voló por los aires, tomó la cruz y la colocó sin trabajo alguno en el hoyo que habían hecho para ella.  A este fenómeno se refiere también el de pesantes extraordinaria, que hace no pueda ser movido del suelo el extático por mucha fuerza que se emplee.

Los racionalistas han intentado explicar este fenómeno de un modo natural, ya por la aspiración profunda del aire en los pulmones, ya por una fuerza física desconocida, ya por la intervención de espíritus o de almas separadas : quiere esto decir que no han hallado explicación seria de ello, ¡Cuánto más prudente es Benedicto XIV!

Exige primeramente que el hecho sea bien comprobado, para evitar toda clase de superchería. Luego declara:

1) Que la elevación en el aire, bien comprobada, no puede explicarse naturalmente;

2) Que no supera, sin embargo, las fuerzas del ángel ni del demonio, los cuales pueden levantar en vilo los cuerpos;

3) Que, en los santos, ese fenómeno es una posesión anticipada del don de agilidad propia de los cuerpos gloriosos

2. Efluvios luminosos

El éxtasis va a veces acompañado de fenómenos luminosos : ya es una aureola de luz
que ciñe la frente, ya todo el cuerpo que se viste de luz.

Se examinará en particular :

1) si el fenómeno se produjo en pleno día o durante la noche, y, en este último caso, si la
luz es niás brillante que otra alguna;

2) si es sólo una centella brevísima a la manera de la chispa eléctrica, o si se prolonga
el fenómeno por tiempo notable, o se repite muchas veces;
3) si se produce durante un acto religioso, un éxtasis, un sermón, una oración ;

4) si es resultado de los efectos de la gracia, de conversiones duraderas, etc.;

5) si la persona de la que salen los rayos, es virtuosa y santa.

3. Efluvios olorosos

Perm ite a veces Dios que el cuerpo de los santos, mientras viven o después de muertos, exhale deliciosos aromas, símbolo del buen olor de las virtudes que practicaron.

Así ocurrió con las llagas de S. Francisco de Asís, que exhalaban a veces gratos perfumes; durante nueve meses salía un perfume misterioso de su sepulcro, y, cuando se exhumó su cuerpo, escurríase de sus restos un óleo perfumado.

Benedicto XIV indica cómo se ha de proceder para comprobar el milagro; se mirará :

1) si el olores suave y persistente;

2) si ni junto al cuerpo, ni en la tierra, hay algo que pueda explicarlo;

3) si se han obrado milagros al hacer uso del agua o del óleo que se tomó del santo cuerpo;

La abstinencia o inedia

a. Abstinencia prolongada.

Ha habido santos, especialmente de los estigmatizados, que vivieron, sin otro alimento que la sagrada comunión, durante muchos años.

El doctor Imbert-Goubeyre cita, en particular, algunos casos asombrosos3 : “ La Beata Angela de Foligno estuvo doce años sin tomar alimento alguno; Santa Catalina de Siena, unos ocho años; la Beata Isabel de Rento, más de quince años; Santa Litwina, veintiocho; la Beata Catalina de Racconigi, diez años…; en nuestros días, Rosa Andriani
veintiocho a ñ o s…; y Luisa Lateau, catorce años”

Estos han de examinarsi la abstinencia es total, que comprenda el alimento líquido y el sólido, si es duradera, y si la persona sigue ocupándose en sus quehaceres.

b. Abstinencia de sueño

S. Pedro de Alcántara, durante cuarenta años, no durmió más de hora y media cada día;
Santa Catalina de Ricci no dormía más de una hora por semana.

5. La Estigmatización.

Naturaleza y origen. Este fenó­meno consiste en una especie de impresión de las santas llagas del Señor en los pies, las manos, el costado y la frente: aparecen espontáneamente, sin ser provocadas por herida alguna exterior, y manan periódicamente sangre limpia. El primer estigmatizado de que se tenga noticia fué S. Francisco de Asís : en un éxtasis sublime que tuvo en el monte Alvernia, el 17 de septiembre de 1222, vio a un serafín que figuraba a Jesús crucificado, y que le imprimió los sagrados estigm as; conservó hasta su muerte aquellas llagas de las que manaba sangre roja. Intentó ocultar el milagro, pero no lo consiguió del todo, y al morir, el 11 de octubre de 1226, el prodigio se hizo público. — Después de él se han multiplicado los casos. El doctor Imbert cuenta trescientos veintiuno, de los cuales  cuarenta fueron en hombres. Sesenta y dos estigmatizados fueron canonizados.

Parece estar comprobado que la estigmatización no se da sino en los extáticos, y que va
precedida y acompañada de muy fuertes tormentos físicos y morales, que hacen al sujeto muy semejante a Jesús crucificado. La ausencia de tales padecimientos sería muy mala señal; porque los estigmas no son sino el símbolo de la unión con el divino Crucificado, y de la participación en sus tormentos.

Señales para discernir los estigmas.

Por esa razón, para distinguir claramente la estigmatización, de los fenómenos artificiales que se provocan en algunos individuos, es menester poner mucha atención en las circunstancias que caracterizan los verdaderos estigmas.

  1. Los estigmas están localizados en las mismas partes del cuerpo en que Nuestro Señor recibió las cinco llagas, mientras que la exudación sanguínea de los hipnotizados no está igualmente localizada.
  2. 2) En general, la renovación de las llagas y de los dolores de los estigmatizados ocurre en los días o en los tiempos que traen a la memoria el recuerdo de la Pasión del Salvador, como son el viernes o alguna fiesta de Nuestro Señor.
  3. Las llagas éstas no supuran jamás; la sangre que de ellas mana es pura y limpia, mientras que la más pequeña lesión natural, en cualquiera otra parte del cuerpo, produce supuración, aún en los mismos estigmatizados. No se curan nunca, por más remedios ordinarios que se les apliquen, y duran a veces treinta o cuarenta años.
  4. Producen abundantes hemorragias; esto podría parecer natural en el primer día de presentarse, pero es inexplicable en los días siguientes. La abundancia de las hemorragias tampoco tiene explicación; los estigmas se hallan generalmente a flor de piel, lejos de los grandes vasos sanguíneos, y, a pesar de eso, ¡ manan de ellos chorros de sangre!
  5. Por último, y es lo más importante, los estigmas no se encuentran sino en personas que practican las virtudes más heroicas y tienen particular amor a la cruz.

El estudio de todas estas circunstancias muestra bien a las claras no ser los estigmas un caso patoló­gico ordinario, sino que en ellos interviene una causa inteligente y libre que obra en los estigmatizados para conformarlos más al divino Crucificado.

Fenómenos de orden corporal

Los estigmas.

Se trata de llagas o heridas, visibles o invisibles, que concuerdan con las de Jesucristo en la Pasión. Pueden ser varias o solo una.

Sudor de sangre.

Es la expulsión de líquido sanguinolento a través de los poros de la piel, particularmente los de la cara. El hecho histórico por excelencia es el de Jesucristo (Lc 22, 44). Ha habido un número pequeño de santos y personas pías que también han tenido sudor de sangre.

Lágrimas de sangre.

Son una efusión sanguinolenta a través de los lagrimales. Estos casos son más raros.

Ayuno absoluto.

En la Iglesia ha habido muchos casos de ayuno absoluto prolongado sin detrimento alguno de la salud. El de santa Catalina de Siena duró ocho años; el santa Ludovina de Schiedman, 28 años, el de la beata Caterina de Raconigi, diez años.

La vigilia o privación prolongada del sueño.

San Macario de Alejandría pasó 20 años continuos sin dormir.

La agilidad.

Consiste en la traslación corporal prácticamente instantánea de un lugar a otro. La Biblia recoge el caso del diácono Felipe, que fue de pronto transportado por Dios a la ciudad de Azoto tras bautizar al etíope (cfr. Hch 8, 39-40). Otros santos que experimentaron este fenómeno fueron san san Felipe Neri, san Antonio de Padua y san Martín de Porres.

La bilocación.

Consiste en la presencia de una misma persona en dos lugares distintos al mismo tiempo.

Las levitaciones. Es la elevación espontánea del suelo y el mantenimiento del cuerpo humano en el aire sin causa visible. Si el cuerpo se eleva un poco se llama éxtasis ascen sional; si se eleva a gran altura recibe el nombre de vuelo extático; y si comienza a andar velozmente a ras del suelo, pero sin tocarlo, se llama marcha extática. La historia de la Iglesia reporta muchos de estos fenómenos en la vida de los santos, por ejemplo San Felipe Neri, San José de Copertino. 

La sutileza. Es el paso de un cuerpo a través de otro. San Raymundo de Peñafort entró en su convento a puertas cerradas.

Esplendores. Son irradiaciones luminosas que a veces despiden los cuerpos de los santos, sobre todo durante la contemplación o el éxtasis.

Osmogénesis. Es la emanación sobrenatural de un cierto perfume de exquisita suavidad del cuerpo de los santos.

Fenómenos de orden afectivo

Éxtasis místico. Estado de contemplación tan profundo que se suspenden los sentidos.

Los incendios de amor. Fenómeno en el que el amor hacia Dios se manifiesta exteriormente bajo la forma de fuego que quema, incluso materialmente, la carne y la ropa cercana al corazón.

Los fenómenos sobrenaturales, si son auténticos, proceden siempre de Dios y no son explicables por la ciencia. Pero a veces la propia naturaleza o el demonio pueden imitarlos.

Los fenómenos naturales que aparentan sobrenaturalidad tienen como fuente elementos de orden fisiológico (temperamento, sexo, edad), la imaginación, los estados depresivos por diversas causas (trabajo intelectual absorbente, meditación religiosa mal regulada, excesiva austeridad) y las enfermedades.

Por ejemplo, hay estigmas que no son sino naturales, presentes en personas que padecen histeria y que se provocan ellas mismas las heridas. Es famoso el caso del adolescente Alberto Solís, alias «Betito», de Saltillo, Coahuila, que decía que la Virgen le hablaba, y que intentó en 2007 provocarse heridas parecidas a los estigmas de Cristo en manos y pies, para lo cual quiso someterse a un tipo de tatuaje que deja hundimientos permanentes en la piel. Pero, por ser menor de edad, no encontró tatuador que accediera.

Hay un caso más famoso, el del italiano Giorgio Bongiovanni, a quien le gusta exhibir sus estigmas al tiempo de proclamar toda una serie de tonterías inimaginables: que él es la reencarnación del beato Francisco Marto, quien a su vez fue la reencarnación de san Juan Bautista, quien a su vez fue la reencarnación del profeta Elías; que en 1991 (luego en 1993, y después en 1996) el mundo se iba a acabar; y, ahora, que en 2012 Jesucristo regresará a la Tierra en una nave espacial acompañado de los extraterrestres.

¿Cómo puede un hombre como Bongiovanni conservar los estigmas por tanto tiempo (se supone que los tiene desde 1989) si sólo son heridas naturales que tarde o temprano deberían cicatrizar?

La respuesta no es fácil, pero no debe olvidarse que también los demonios tienen la capacidad de producir fenómenos asombrosos que se confunden con la acción de Dios. Por ejemplo, pueden falsificar visiones y éxtasis; producir esplendores; curar enfermedades (producidas por los mismos demonios); hacer aparecer estigmas, etc. Aunque no son científicamente explicables, estos hechos no deben ser llamados sobrenaturales sino preternaturales, del latín praeter naturam, que significa «más allá de la naturaleza», y que se refiere al fruto de la actuación de un ángel o un demonio.

A Satanás le gusta imitar lo divino para confundir

Éste es un testimonio firmado con el nombre «Erasmo di Basi» y publicado en la revista Renovación del Espíritu Santo, de septiembre de 1987:

«Hace ya algunos años tuve la experiencia del juego del vaso, no sabiendo que se trataba de una forma de espiritismo. Después de algún tiempo me acometieron extrañas facultades. Tenía las mismas facultades que en parapsicología se definen como extrasensoriales, es decir: clarividencia, lectura del pensamiento, diagnósticos clínicos, lectura del corazón y de la vida de personas vivas o muertas, y otros poderes. Meses después se añade otra facultad: la de anular el dolor físico con la imposición de manos, aliviando o eliminando el estado de sufrimiento.

«Leyendo después la Palabra de Dios, me di cuenta de que mi vida no había cambiado en absoluto. Continuaba siendo fácil a la ira, lento en perdonar, fácil al resentimiento, susceptible a la ofensa. Tenía miedo de tomar mi cruz, miedo de la incógnita del futuro y de la muerte.

«Después de un largo peregrinar y tormentosas penalidades, Jesús me condujo hacia el movimiento de la Renovación Carismática. Aquí encontré algunos hermanos que han rogado por mí, y se ha constatado que lo que me había sucedido no era de origen divino sino fruto del Maligno. He reconocido y confesado mis pecados, me arrepentí y renuncié a toda práctica oculta. Y mis poderes cesaron».

Ya desde hace mucho tiempo se han podido realizar estudios serios que han evidenciado la intervención del demonio en fenómenos extraordinarios. Así, por ejemplo, el libro Medicina católica, del doctor Henri Bon (1859, Argentina), recoge este testimonio sobre los estigmas y otros hechos preternaturales experimentados por una mujer entre 1890 y 1891 en Lyon, Francia:

«Los dolores y los estigmas tenían lugar a veces en el coro de la capilla. Allí, en éxtasis, los ojos fijos sobre una visión invisible para todos los demás presentes, la señora N permanecía largo tiempo en esa actitud, con los brazos en cruz y la frente sangrando en forma tal que sus compañeras debían secarla con paños.

«A menudo también, arrodillada en la barra de hierro de su lecho o en otro lugar, y en éxtasis, se mantenía en posturas asombrosas y naturalmente imposibles, de equilibrio inestable.

«La señora N tenía estigmas en seis regiones diferentes de su cuerpo: en la cabeza, en la mano derecha, en la izquierda, en el pie derecho, en el izquierdo y en el costado izquierdo del pecho…

«Los médicos que examinaron a la estigmatizada llegaron a esta conclusión: ‘No es posible admitir que la concentración del pensamiento, por fuerte e intensa que se quiera, logre producir tales prodigios’. Además, la estigmatizada tenía visiones, éxtasis, discernimiento de conciencias, vista a la distancia, etc.

«El examen de la causa, muy voluminoso, fue confiado a un teólogo muy versado en esta materia, que concluyó su informe así: ‘La mayoría de los fenómenos ocurridos a la señora N… sobrepasan la naturaleza. Pero ninguno de los fenómenos citados exige la intervención divina… Finalmente, en muchos de estos fenómenos hay, en indicio, la marca de la influencia diabólica’. Estas conclusiones fueron desarrolladas y demostradas ante el obispo y su consejo episcopal».

Volar por los aires

San José de Cupertino fue un fraile franciscano italiano nacido en 1603. En su vida sacerdotal experimentó éxtasis, poder de hacer milagros y curaciones, y muchos otros sucesos sobrenaturales, entre ellos la levitación. Fueron muy numerosas las veces en que a san José de Cupertino se le vio volando por los aires. Uno de los casos más famosos ocurrió cuando diez obreros intentaban inútilmente cargar una pesada cruz para ponerla en una montaña; entonces fray José se elevó por los aires con la cruz y la colocó en la cima. Pero otras veces levitaba por sólo pensar en Cristo, como un domingo en que se encontró a un corderito, se lo echó al hombro y, al pensar en Jesús Buen Pastor, se fue elevando por los aires. En una Misa, a la cual asistió el príncipe Juan Federico de Brunswick, en el momento de la Consagración fray José estuvo levitando con la Hostia en la mano por 15 minutos; y el príncipe, que era protestante luterano, se convirtió a la fe católica. Otras veces fue visto volar sobre el púlpito, o delante de un crucifijo o una imagen pía, y aterrizar sobre el altar o cerca del tabernáculo. En un período de su vida esto llegó a ser tan frecuente que sus superiores lo exceptuaron del rezo común en su convento y de presidir Misas en público porque esto perturbaba las ceremonias.

Se conocen más de 200 santos que experimentaron la levitación. Entre ellos, santa Teresa de Ávila; el beato mexicano Miguel Agustín Pro, que por lo menos el día anterior a su último arresto (que lo llevó al martirio) fue visto por diversos testigos levitar en la Misa durante la Consagración; y la beata árabe María de Jesús Crucificado, que en su convento carmelita se enteraron de esto por primera vez cuando ella no se presentó a cenar y la maestra de novicias fue a buscarla y la encontró en el jardín, cantando y levitando.

Se hizo invisible

La facultad de tornarse invisible ha sido atribuida a muchos santos, como san José de Steinfeld, el bienaventurado Nevelo de Faenza, santa Bona de Pisa, san Luciano y san Francisco de Paula.

Sólo para satisfacer su curiosidad, se presentó un día la reina Violante, esposa del rey Juan de Aragón, en el convento en el que vivía san Vicente Ferrer, y quiso verlo en su celda. Él no accedió, pero ella ordenó que forzaran la chapa de la puerta y entonces entró. Pero no vio a san Vicente y se lo dijo a los frailes. Ellos estaba extrañados de que no pudiera verlo. Le preguntaron al santo: «¿Por qué, no aparecéis ante la reina, que os visita?». Y él contestó: «Yo nunca he permitido a mujer alguna que entrara a mi celda, ni a la misma reina; y Dios, para castigarla de haber entrado por la fuerza, tendrá sus ojos cerrados todo el tiempo que ella permanezca aquí, para impedir que me vea».

Hay pasajes de las Sagradas Escrituras que no son muy claros, pero que bien podrían entenderse considerando el fenómeno de la invisibilidad; como aquel en que, después de que Jesús hablara en Nazaret, «todos los que estaban en la sinagoga se enfurecieron y, levantándose, lo empujaron fuera de la ciudad, hasta un lugar escarpado de la colina sobre la que se levantaba la ciudad, con intención de despeñarlo. Pero Jesús, pasando en medio de ellos, continuó su camino» (Lc 4, 28-30). Y el de Jerusalén, cuando los judíos «intentaron nuevamente detenerlo, pero Él se les escapó de las manos» (Jn 10, 22-39).

Según las visiones que se le concedieron a la beata estigmatizada Ana Catalina Emmerick, Jesús más de una vez se hizo literalmente invisible a los ojos de sus enemigos. Cuenta así lo que vio respecto del pasaje de san Lucas: «Unos veinte fariseos lo rodearon a la salida… Él les dijo que lo dejasen libre porque los seguiría, y ellos marchaban rodeándole como guardias y mucho pueblo iba detrás… Con gritos sarcásticos y burlas fueron subiendo la pendiente de la ciudad. Jesús continuaba enseñando tranquilo… Llegaron a una pendiente alta… Una vez en el lugar pretendían primero preguntar y hacer hablar a Jesús para arrojarlo luego al precipicio… Cuando se acercaban al lugar, se detuvo Jesús, que estaba entre los fariseos, mientras ellos continuaron caminando… Jesús volvió sobre sus pasos y pasó por en medio del populacho que vociferaba sin verlo…Nada puede imaginarse más ridículo que la locura y la confusión que se originó entre los fariseos y demás cuando no vieron más a Jesús entre ellos… Terminaron culpándose unos a otros por haberlo dejado escapar».

Dice también la Beata que, cuando Judas fue con un grupo de soldados a apresar a Jesús en el monte de los Olivos, «el traidor les dijo que tuviesen cuidado de no dejarlo escapar, porque con medios misteriosos se había desaparecido muchas veces en el monte, volviéndose invisible a los que le acompañaban».

En dos lugares al mismo tiempo

El 21 de septiembre de 1774 san Alfonso María de Ligorio, obispo de Santa Águeda, se hallaba en su diócesis cuando repentinamente sufrió un desmayo: quedó por casi dos días sentado en una silla, como dormido en profundo sueño. Su gente lo estuvo vigilando todo el tiempo y, cuando despertó, le dijeron: «Monseñor, ya hace dos días que usted no habla, ni come, ni da señal alguna de vida». Y el santo respondió: «Ustedes pensaban que yo estaba durmiendo, pero no fue eso sino que fui a asistir al Papa, que ahora ya no se encuentra más en la lista de los vivos». En efecto, en breve se supo que el Papa Clemente XIV había fallecido el 22 de septiembre.

Cuenta un sacerdote de nombre Alberto, que conoció a san Pío de Pietrelcina en 1917, la siguiente anécdota: «Vi hablar al padre Pío mientras se encontraba de pie cerca de la ventana con la mirada fija sobre la montaña. Me acerqué a él para besarle la mano, pero él no se dio cuenta de mi presencia y tuve la sensación de que su mano estaba entumecida. Luego lo escuché con voz muy clara, en el momento en que dio la absolución a alguien. Después de un instante el padre se sacudió como si se despertara. Volteándose hacia mí, me dijo: ‘¿Estáis aquí?, no me enteré de ello’. Algún día después llegó de Turín un telegrama de agradecimiento al Padre Superior por haber mandado al padre Pío a asistir a un moribundo. Obviamente, el Superior no envió al padre Pío sino que éste lo visitó en bilocación».

Pero no parece que en las bilocaciones necesariamente ocurran esas pérdidas de conciencia en un lado mientras se está en otro lugar al mismo tiempo. Cuando la mamá de san José de Cupertino se estaba muriendo en su pueblo (Cupertino), el santo estaba en Asís y percibió la necesidad de su madre. Fray José se apareció en el cuarto de la moribunda delante de muchos testigos, y ella, al verlo, exclamó: «¡Oh padre José, oh mi hijo!», y murió instantáneamente. Cuando sus superiores le preguntaron en Asís por qué estaba llorando tan amargamente, el contestó que porque su madre acababa de morir.

La bilocación la experimentaron también san Antonio de Padua, el Papa san Clemente, san Francisco de Asís, santa Ludwina, san Francisco Javier, san Martín de Porres y san Juan Bosco, entre otros.

Más y más maravillas

Que el amor quema… literalmente

Los llamados «incendios de amor», fenómeno en el que el amor hacia Dios se manifiesta exteriormente bajo la forma de fuego que quema, incluso materialmente, la carne y la ropa cercana al corazón, pueden producirse en diversos grados:

1) Simple calor intenso.- Es un extraordinario calor del corazón que se expande a todo el organismo. Es clásico el episodio de la vida de san Wenceslao, duque de Bohemia. De noche visitaba el templo, y ahí se quedaba con los pies descalzos. A su ayudante, que le acompañaba, le recomendaba meter los pies en los zapatos calientes que él se había quitado, a fin de que el siervo no se congelara a causa de las bajas temperaturas del lugar.

2) Ardores intensísimos.- El fuego del amor divino puede llegar a tal intensidad que a veces es necesario utilizar medios refrigerantes para poderlo soportar. Se cuenta de san Estanislao de Kotska que era tan fuerte el fuego que lo consumía, que en pleno invierno era necesario aplicarle sobre el pecho paños empapados en agua helada. Santa Caterina de Génova no podía acercar su mano al corazón sin experimentar un calor intolerable.

3) La quemadura material.- Cuando el fuego del amor llega a producir incandescencias, las quemaduras se realizan plenamente. Es lo que se llama a pleno título «incendios de amor». El corazón de san Pablo de la Cruz, el fundador de la orden religiosa de los pasionistas, ardía de tal manera que más de una vez su túnica de lana aparecía completamente quemada por la parte del corazón.

Vivir sin comer


«No sólo de pan vive el hombre», respondió Jesucristo a Satanás cuando éste lo instaba a convertir en panes unas piedras con el pretexto de que saciara su hambre. Prueba de lo dicho por Jesús es la inedia (ayuno absoluto) experimentada por muchos hombres y mujeres de Dios.

Entre los casos más cercanos a nosotros en el tiempo figura el de la beata portuguesa Alexandrina Maria da Costa (1904-1955), una vivaz mujer que quedó paralítica a los 14 años tras arrojarse por una ventana para salvarse de ser violada por tres hombres. En su terrible condición creció enormemente en santidad, y vivió los últimos 13 años de su vida sin comer ni beber, pero recibía la Comunión cada día. Fue sometida a una observación exhaustiva por 40 días en un hospital de Oporto (Portugal), vigilada durante las 24 horas por testigos imparciales para que no tomara ningún alimento o bebida. Al final de la prueba ella había mantenido su peso, temperatura, presión arterial… Los médicos no pudieron encontrar ninguna explicación científica razonable.

La francesa Marthe Robin (1902-1981), una campesina que vivía con sus padres, enfermó de encefalitis a los 26 años de edad, lo que le paralizó todos los músculos, incluyendo los que le permitían deglutir los alimentos y bebidas. Así, postrada en la cama —y posteriormente ciega— no podría volver a tomar ni siquiera un vaso de agua el resto de su vida. Los médicos anunciaron su próxima muerte por inanición, y entonces sus padres llamaron al sacerdote para que la preparara en su último viaje. Pero fueron pasando los días y Marthe, que era muy piadosa, no murió: desafiando las leyes biológicas vivió 53 años sin comer ni beber. Su único alimento era una minúscula partícula de la sagrada Comunión, ya que no podía deglutirla, y que recibía una vez por semana. Conforme avanzaba en santidad, fue experimentando éxtasis, los estigmas de la Pasión, las heridas de la flagelación de Cristo y lágrimas de sangre, así como, a partir de 1932, la vigilia (ya no dormía), mientras dedicaba su existencia a interceder por los pecadores. Actualmente se encuentra en proceso de beatificación.

 Conclusión :

Diferencias entre  estos
FENÓMENOS  Y  LOS MORBOSOS.

Las diferencias se deducen especialmente :

  1. Del sujeto;
  2. De la diversidad de los fenómenos ;
  3. De los resultados.

1. Diferencias pop parte del sujeto.
Si comparamos los enfermos tocados de psiconeurosis con los extáticos, los primeros son unos desequilibrados en lo físico y en lo moral, mientras que los segundos se hallan, por lo menos en lo moral, perfectamente equilibrados.

A) Los primeros son desequilibrados, tanto en lo mental como en lo físico. Compruébase en ellos una disminución de la actividad intelectual y del poder de la voluntad : la conciencia queda alterada o suspensa; la atención se enfría; la inteligencia se aminora; la memoria se disgrega hasta parecer que hay un desdoblamiento de la personalidad; pronto no quedan en el espíritu más de unas pocas ideas fijas; de aquí proviene un
cierto monoideísmo cercano a la locura. Juntamente la voluntad se debilita; sobrepónense a ella las emociones; el paciente es juguete de sus caprichos, o de las sugestiones de una voluntad superior a él ; ya nunca es dueño de sí. Es, pues, una debilitación, una disminución de la personalidad, de las fuerzas intelectivas y morales

B) Todo lo contrario acaece en los místicos : su entendimiento se ensancha; su voluntad se fortalece; y tórnanse capaces de concebir y de llevar a cabo las más grandes empresas. Y a hemos visto, realmente, cómo adquieren mayor conocimiento acerca de Dios, de sus atributos, de los dogmas de la fe, acerca de sí mismos. Cierto que no pueden expresar todo lo que ven ; pero declaran con toda sinceridad haber aprendido, en unos pocos instantes de contemplación, mucho más que con el trato prolongado de los libros; y este convencimiento se traduce en un progreso real en la práctica de las más heroicas virtudes.

Véselos realmente ser más humildes, más caritativos, más sumisos a la divina voluntad,
aun en medio de las más duras tribulaciones, y gozan de un sosiego, una paz y una serenidad inalterables. ¡Cuán lejos se hallan de los desasosiegos y de los movimientos apasionados de los histéricos!

2° Diferencias por parte de los fenómenos.

No menores son las diferencias en el modo como se manifiestan los fenómenos en unos y en otros.

A) No hay cosa más triste ni más desdichada que las crisis histéricas:

1) La fase primera de ellas se parece a un ligero ataque de epilepsia, pero luego se distingue de ésta por la sensación de una bola que sube hasta la garganta, y que en sí no’ es sino un inflarse la garganta con sensación de ahogo, y una especie de silbido o zumbido que se siente en los oídos.

2) La segunda consiste en gestos desordenados, en contorsiones de todo el cuerpo, precisamente en arco de círculo.

3) La tercera es la de las actitudes pasionales de terror, de celos, de lubricidad en relación con la imagen o la idea que obsesiona.

4) Todo acaba en un acceso de llanto o de risa; es el estallido. — Pasada la crisis, el paciente se halla fatigado, sin fuerzas, y padece diversas indisposiciones.

B) ¡Cuán diferentes son, también en esto, los extáticos! Nada de convulsiones ni de agitaciones violentas; sino tranquila calma, arrebatamiento del alma íntimam ente unida con Dios, tanto que los testigos del éxtasis, por ejemplo, los que vieron a Bernardita en los momentos de tener las visiones en la gruta de Massabielle, no podían dominar el asombro. Por eso, como lo declara Santa Teresa, en vez de quedar rendido el cuerpo, cobra en el éxtasis nuevas fuerzas.

3o Diferencias por parte de los efectos.

Por lo que toca a los efectos, son éstos muy diferentes en uno y en otro caso.

A) En los histéricos, cuanto más se repiten las escenas descritas, tanto más crece el desequilibrio de las facultades : la disimulación, la mentira y la lubricidad es el resultado de las experiencias hechas en tan desdichadas víctimas.

B) Por el contrario, en los místicos, prodúcese un acrecentamiento constante del entender, de amor de Dios y de abnegación para con el prójimo. Cuando tienen ocasión de emprender obras o fundaciones, muestran tanto sentido, y un ánimo tan natural y
firme, una voluntad tan enérgica, que salen adelante con todo.

Santa Teresa, en vida, fundó, a pesar de tanta guerra como le hicieron, diez y seis conventos de mujeres y catorce de hombres; Santa Coleta fundó trece monasterios y levantó la disciplina en muchos otros; Madama Acaria, extática desde la edad de diez y seis años, estuvo casada treinta años, crió y educó a seis hijos, salvó la hacienda de su familia, puesta en peligro por los desaciertos de su marido, y, cuando viuda, ayudó a fundar el Carmelo en Francia; Santa Catalina de Siena, que murió de treinta y dos años y estuvo mucho tiempo sin saber leer ni escribir, representó tan importante papel en los negocios públicos de su tiempo, especialmente en la vuelta ¡de los Papas a Roma, que un escritor moderno la llama hombre de estado y muy grande hombre de estado’.

Claramente se echa de ver, pues, haber tales diferencias entre los histéricos y los estigmatizados que pretender igualarlos, es ir en contra de todas las reglas de la observación científica.

 

Ejemplos de fenómenos sobrenaturales que experimentaron los santos

ChurchPOP / Wikipedia – Dominio público.

Los santos son personas que vivieron haciendo lo posible por ser fieles a nuestro Señor. Dice la palabra de Dios que sin santidad nadie verá a Dios, así que ¡Todos estamos llamados a ser santos!

Un hecho muy curioso en la vida de estos santos es que muchos de ellos experimentaron fenómenos sobrenaturales en sus vidas. Pero no nos confundamos, la santidad no depende de estos signos y muchos santos vivieron sin experimentar ninguno de ellos. Sin embargo, es interesante conocerlos.

Estos son algunos de ellos.

1) Visiones

via veneremurcernui.wordpress.com
via veneremurcernui.wordpress.com

Dios quiso mostrarle a algunos de sus hijos realidades sobrenaturales y para eso utilizó las visiones. Por lo general estas visiones tienen que ver con la naturaleza de las postrimerías (cielo, infierno y purgatorio). Santos como Sor Lucía de Fátima, Santa Faustina Kowalska, San Juan Bosco o Santa Catalina de Siena pudieron ver la alegría infinita del cielo, el sufrimiento temporal de las benditas almas del purgatorio y el terrorífico sufrimiento eterno en el infierno.

2) Estigmas

Wikipedia / Dominio público.
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Los estigmas son manifestaciones sobrenaturales que consisten en la aparición de algunas de las llagas que Cristo sufrió durante su pasión. El primer caso reportado en la historia de la Iglesia se dio con San Francisco de Asís, quien recibió los estigmas en un éxtasis que tuvo el 17 de septiembre de 1224. Pero él no fue el único santo en presentar estas heridas. Este fenómeno también se presentó en Santa Gema Galgani, Santa Rita (en la frente), Santa Catalina de Siena (estigmatización interior), San Pío de Pietrelcina, entre otros.

3) Ayuno absoluto

Wikipedia / Dominio público.
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El alimento es algo indispensable para poder vivir; es el combustible de nuestro cuerpo. Sin embargo, muchos santos por Gracia de Dios pudieron vivir muchísimo tiempo sin ingerir alimentos. ¡Algunos vivieron así durante varios años!  Santa Catalina de Siena logró vivir sin comer durante 8 años, la beata Caterina de Raconigi 10 años y santa Ludovina de Schiedman 28 años.

4) Vigilia

Wikipedia / Dominio público.
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Vivir una vigilia es hermoso. Hacer el sacrificio de privarnos del sueño por algunas horas para dedicarlo a la oración produce abundantes frutos espirituales en nuestra vidas. Y, aunque parezca increíble, muchos santos recibieron el donde hacerlo durante larguísimas jornadas. Santa Coleta, por ejemplo, dormía solo una hora a la semana, San Pedro de Alcántara durmió solo una hora y media al día durante cuarenta años y San Macario de Alejandría pasó 20 años continuos sin dormir.

5) Agilidad

Wikipedia / Dominio público.
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Consiste en la habilidad de trasladarse de un lugar a otro en tiempos imposibles desde el punto de vista científico. Un ejemplo de esto lo encontramos en la propia Biblia cuando Felipe fue transportado por el Espíritu de Dios a la ciudad de Azoto (Hechos 8, 40). Algunos Santos que experimentaron este milagro furon San Pedro de Alcántara, San Felipe Neri y San Antonio de Padua.

6) Bilocación

Wikipedia / Dominio público.
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A diferencia de la agilidad, este consiste en estar presente corporalmente en dos o más lugares al mismo tiempo. Un caso célebre es el de San Alfonso María de Ligorio quien se quedó dormido sobre un sillón mientras asistía al Papa en el Vaticano durante su agonía. Se sabe que San Francisco de Asís, San Antonio de Padua y San Martín de Porres también se bilocaban.

7) Sudor de sangre

Wikipedia Dominio público.
Wikipedia Dominio público.

Se trata de la expulsión de una cantidad considerable de sangre  a través de los poros de la piel (comúnmente en el rostro). El ejemplo por excelencia se dio en nuestro Señor Jesucristo quien sudó sangre mientras oraba en el Huerto de los Olivos. Otra santa en la que se manifestó este fenómeno fue Santa Lutgarda cuya sangre se escurría después de un profundo éxtasis.

8) Levitación

Aciprensa
Aciprensa

Consiste en la elevación del cuerpo del santo sin ninguna ayuda explicable por la física. Le solía ocurrir a muchos santos mientras estaban en éxtasis. Este es el caso de San José de Cupertino quien fue levitado en más de 60 ocasiones. En un momento de su vida las levitaciones eran tan frecuentes que le prohibieron que rezara junto a sus hermanos porque, sin darse cuenta, comenzaba a levitar dejando atónitos a todos.

9) Osmogénesis

Wikipedia / Dominio público.
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Consiste en el agradable perfume que se puede percibir al estar cerca al cadáver de algún santo. En algunos casos ese perfume se asemeja mucho al de las rosas; en otros, en cambio, el perfume no se parece a nada que haya conocido el hombre. En cierta ocasión contrataron a un experto en perfumes para que analizara el olor de la tumba de la beata María de los Ángeles. El experto no pudo reconocerlo y las compañeras religiosas solo atinaban a decir “es olor de paraíso o de santidad”.

 

Cortesía de https://es.churchpop.com/

¿Qué diferencia hay entre natural, preternatural y sobrenatural?


Natural:

es la actuación que se adecua al obrar de la naturaleza. Se sobreentiende al hablar de la naturaleza que nos referimos a la naturaleza del universo material.

Preternatural: Fenómeno que procede del demonio

es la actuación que va más allá del obrar de la naturaleza del universo material. Lo que es fruto de la actuación de una naturaleza angélica o demoniaca es preternatural. La palabra proviene de praeter naturam, más allá de la naturaleza.

SobrenaturalFenómeno que procede de Dios.

es la actuación que va más allá de cualquier naturaleza creada. Esta forma de obrar es sólo propia de Dios.

La naturaleza material puede realizar cosas sorprendentes, pero siempre según las leyes del cosmos material. Los demonios pueden hacer levitar un objeto en el aire, transformar algo instantáneamente, etc. Ellos puede hacer cosas que van más allá de las posibilidades del mundo material, pero no pueden actuar más allá de las leyes de su naturaleza angélica, pues no pueden todo. Ellos no pueden todo ni siquiera en el mundo material. Dios, sin embargo, puede crear un órgano de la nada; un demonio no podría.

Estas diferencias también son válidas en las cosas que suceden en nuestra alma. Por ejemplo, un paisaje bello me puede recordar la belleza de Dios, es algo natural. Mientras que un ángel o un demonio pueden directamente enviar inspiraciones a mi mente. Dios va más allá, pues puede enviar gracias espirituales (de arrepentimiento, de acción de gracias, etc.) a lo más interno de mi espíritu, obrando cambios radicales en un segundo. Toda la actuación de la gracia es sobrenatural. Y la gracia siempre es enviada directamente por Dios.

QUE ES UN MILAGRO


UN ESTUDIO DOCTRINAL SOBRE EL MILAGRO.

( Según Santo Tomás de Aquino)

 

Cuatro puntos fundamentales que vamos a analizar en torno al milagro:

noción general, división, posibilidad y causas.

El milagro en general  (Definición)

La palabra milagro viene del latín miraculum, que significa un hecho admirable, inesperado, extraordinario, que nos llena de estupor y admiración, santo Tomas dice al respecto:

“El nombre de milagro se toma de la admiración, la cual surge ante la presencia de efectos cuya causa se desconoce por ejemplo, al ver un eclipse de sol ignorando su causa. Puede, sin embargo, ser conocida para unos y desconocida para otros la cusa de un fenómeno; en cuyo caso cabe la admiración para unos, sin haberla para otros. Así, por ejemplo, se admira el rustico ante el eclipse de sol, y, en cambio, no se admira el astrónomo. Mas milagro viene a equivaler “llenos de admiración”, es decir, lo que tiene una cusa oculta en absoluto y para todos. Esta causa es Dios.

Por consiguiente, se llama milagro a aquellas cosas que son hechas por Dios fuera del orden de las cusas conocidas por nosotros. (Cf, 1 105, 7)

¿Qué hay de las virtudes, signos, prodigios y portentos que salen en las Sagradas Escrituras?

El angélico doctor contesta de esta manera:

“Dos cosas se pueden considerar en los milagros. Una, la obra que se realiza, que es algo que excede ciertamente las fuerzas naturales, y según esto se llaman virtud (del latín virtus, fuerza, poder). Otra, es el motivo por los que los milagros se realizan, que es la manifestación de algo sobrenatural, y en este sentido se llaman señales; y, finalmente, por la grandeza de las obras se denomina portentos y también prodigios.“(Cf. II-II 178,1 ad 3).

asemos a la definición real:

Milagro es, propiamente, un hecho realizado fuera del orden de la naturaleza.

Pero no basta para esto que se haga fuera del orden de una naturaleza en particular; porque entonces, al lanzar una piedra hacia arriba, se haría un milagro, puesto que esta fuera del orden de la naturaleza de la piedra, que tiende siempre hacia abajo, se entiende por milagro aquello que se efectúa fuera de toda naturaleza creada. Manifiestamente, esto no puede hacerlo más que Dios, porque cualquier cosa que haga el ángel o cualquier otra criatura con su propia virtud, cae dentro de la naturaleza creada, y, por lo tanto, no es milagro. Es, pues, evidente, que solo Dios puede hacer milagros” (Cf, I 110, 4). (Santo Tomas hace esta reserva muy oportunamente, pues, como es sabido, Dios puede usar como instrumento para hacer los milagros a cualquiera de sus criaturas; Ángeles (no demonios), hombres o incluso animales como el caso de la burra de Balam. Pero, en estos casos, la criatura no obra por su propia virtud, sino por la virtud de Dios, quien la utiliza como simple instrumento para realizar el milagro) (Cf. 105, 7 ad 2.) En consecuencia y a manera de conclusión, el milagro tiene como cusa eficiente únicamente  al mismo Dios y a nadie más.

Propiedades del milagro

(División del milagro)

San Agustín señala muy bien las propiedades principales del milagro,“Se trata de un hecho excepcional, arduo, que excede las fuerzas de la naturaleza y es contrario a lo que ella esperaba. (Cf San Agustín, De útil, cred-c 16: ML 42-90) Nada mejor para nuestro estudio que recurrir al angélico doctor explicando lo de San Agustín: “Nada puede llamarse milagro por comparación al poder divino, porque cualquier hecho, comparado con el poder de Dios, es insignificante, según aquello de Isaías: “son las naciones como gota de agua en el caldero, como un grano de polvo en la balanza” (Is 40, 15). Sino que, al llamar milagro a una cosa, se entiende por comparación al poder de la naturaleza, al cual excede. Y así, cuanto más exceda este poder, tanto mayor es el milagro. Ahora bien: de tres modos puede exceder un hecho el poder de la naturaleza:

a)En cuanto a substancia de lo hecho; por ejemplo, que dos cuerpos coexistan simultáneamente en un mismo lugar, o que el sol retroceda, o que el cuerpo humano sea glorificado, lo cual de ningún modo puede hacerse por la naturaleza. Y estos son los mayores entre todos los milagros.

b)Excediendo el poder de la naturaleza; no por lo que ha sido hecho, sino por el sujeto en que se hace; por ejemplo, la resurrección de un muerto, el recobrar la vista un ciego y otros hechos parecidos. Puede, en efecto, la naturaleza producir la vida, pero no en un cuerpo muerto; puede dar la vista, pero no en un ciego. Y estos hechos ocupan el segundo lugar entre los milagros.

c)Por último, puede rebasar el poder de la naturaleza, en cuanto al modo y orden de obrar, por ejemplo, al curarse repentinamente de la fiebre por virtud divina, sin el uso del proceso de la medicina o remedios naturales usados en tales casos; o al deshacerse súbitamente en lluvia la atmosfera por virtud divina sin causas naturales, como sucedió por las oraciones de Samuel (1 Rey 18,45). Y estos ocupan el ínfimo lugar dentro de los milagros.

Hay, además, dentro de cada uno de estos tres géneros, diversos grados, según que cada caso exceda el poder de la naturaleza” (Cf. 1 105, 8)

Causa eficiente del milagro

La causa eficiente del milagro es doble: principal e instrumental, he aquí lo que dice santo Tomas:

 “Lo que está comprendido totalmente dentro del orden establecido no puede obrar por encima de él. Pero toda criatura está comprendida dentro del orden que Dios estableció en las cosas. Luego ninguna criatura puede obrar por encima de este orden, es decir, hacer milagros” (Cf. II-II 178, 2.) Sin embargo Dios puede utilizar como una causa instrumental para hacer un milagro a una criatura racional (ángeles, hombres) e incluso irracionales como el caso de la burra de Balam.

Santo tomas al respecto dice: “Hablando de milagros, los hay que no son verdaderos, sino hechos fantásticos, con los que queda el hombre burlado, pareciéndoles ver lo que no es. Otros son hechos reales, pero no tienen verdadera razón de milagro, pues se realizan con la ayuda de las causas naturales, ambas cosas pueden ser ejecutadas por los demonios como ya vimos en su lugar. (tratado de angelis) Pero los verdaderos milagros no pueden ser obrados sino es por el poder divino, y los obra Dios para utilidad de los hombres. Y esto es de dos modos: uno, para confirmación de la verdad predicada: otro, para demostración de la santidad de algunos a quien Dios quiere proponer como ejemplo de virtud. En la solución de las dificultades. Añade Santo Tomas las siguientes interesantes precisiones:

1) Los milagros son verdaderos testimonios de aquello para que se realiza, de suerte que los malos no pueden obrar verdaderos milagros para confirmación de su doctrina ; aunque si los pueden hacer en confirmación del nombre de Cristo, que invocan, o de la virtud de los sacramentos que administran (ad. 3)

2) Como dice San Agustín: “No se atribuye a todos los santos el obrar milagros para  que los débiles de entendimiento no sean engañados por el pernicioso error de creer que son mayores esos dones extraordinarios que las obras de santidad y justicia con las que se merece la vida eterna” (ad, 4)

Causa final.

a)El fin último absoluto del milagro no puede ser otro que el fin último de la creación: la gloria de Dios, o más exactamente, el mismo Dios glorificado en sus obras.

b)El fin último relativo no puede ser el mundo físico sino un ser inteligente que los perciba, o sea, el hombre o el ángel.

c)El fin próximo o inmediato es muy variado: beneficiar a un desgraciado, poner de manifiesto la santidad de uno de sus siervos, testificar la sobrenatulalidad de una aparición (la Virgen de Lourdes o Fátima.) y otras cosas semejantes.

En general

a)Solo Dios es el único que puede realizar milagros absolutamente en el orden sobrenatural, dejando el orden preternatural a los ángeles y los hombres

b)Los demonios no pueden obrar milagros en absoluto en cuanto al orden sobrenatural, pero si actúan en el plano u orden natural acción que se conoce como preternatural

c)tanto los santos como los ángeles que quedaron confirmados en gracia si pueden obrar milagros. No por si mismos sino como instrumentos de Dios, como dice santo Tomas, ya sea para exaltar a tal o cual santo y dar gloria a Dios o hacer ver sus maravillas a los hombres por medio de los ángeles como lo dice San Rafael Arcángel:“Bendecid al Dios de los cielos y glorificadle delante de todos los vivientes, pues ha mostrado en vosotros su misericordia” (Tob. XII, 6)

d)Los malos no pueden obrar milagros para fundamentar sus doctrinas erróneas, según dice Santo Tomas, y, entran en este apartado; los herejes de todos los tiempos, cismáticos etc. Pero Dios si puede obrar milagros por medio de ellos y a pesar de ellos.