En la tercera semana de abril de 1928, dos individuos sospechosos visitaron el hospital de Nuestra Señora de Lourdes que la Congregación establecido en la ciudad de San Cristobal Las Casas.
Hicieron extrañas preguntas que revelaban a las clara su carácter de agentes del gobierno. La Madre Superiora procuró responderles prudentemente. Se informaron sobre el médico que se encargaba de la dirección del hospital y de los medios económicos con que se sostenía el personal, etc.

El 22 de abril de 1928, a las ocho de la noche, un piquete de soldados, pistola en mano, allanaron el local, aprehendieron a las religiosas Cristina Ramírez, Socorro Uribe, Alfonsina Segovia, María del Amor Chávez, Lucina Montoya y Rosalía Rodríguez; las obligaron a subir en carros que encaminaron a Comitán, en donde esperaban aprehender asimismo a las religiosas de la casa de este lugar y exclaustrarlas con igual lujo de violencia.
Pero las hermanas de esta última ciudad, habían tenido oportuno aviso de las arbitrariedades que se pretendía cometer contra ellas. Abandonaron, pues, a tiempo la casa religiosa y se ocultaron pruentemente, de modo que, cuando llegaron los soldados, no encontraron allí alma viviente.

El pueblo de católico de Comitán no se acobardó ante la presencia de los soldados que con tanto lujo de fuerza se enfrentaban con unas modestas e indefensas religiosas. Ese mismo pueblo recibió con mucho amor a las religiosas que traían presas desde San Cristobal en los carros del ejercito: diversas personas de la población proporcionaron a las hermanas, alimentos, ropa, dinero, hasta el punto de provocar el siguiente envidioso y desalmado comentario de un soldado: «A padres y madres no les tengo lástima, porque adonde quiera llegan, ya encuentran la mesa puesta».
De Comitan los militares llevaron a las hermanas hasta las frontera con Guatemala. Una vez en la aduana los oficiales en turno, so capa de cortesía, les facilitaron a las religiosas los pasaportes para internarse en la vecina República de Guatemala. En realidad se trataba de una violenta expulsión del país, contra toda ley y derecho. Pero las religiosas, con tal de verse libres de la brutal compañía de la soldadesca, dieron gracias a Dios, aceptaron los pasaportes, y, a pie, como pudieron, se dispusieron a internarse, sin conocer a nadie, sin protección de ninguna especie, por tierras guatemaltecas. Al pisar la línea divisoria internacional, un soldado, admirando la fortaleza y prudencia de las hermanas, no pudo menos que pedirles perdón.

A la primera finca que llegaron, pidieron hospitalidad diciendo en alta voz: «Gracias a Dios«. Salió al punto a dueña de la finca, quien llena de admiración les dijo: «Gracias a Dios» es precisamente el nombre de ésta mi finca.
Les dio hospedaje con mucho amor y miramientos durante seis días. después de los cuales las religiosas manifestaron su deseo de continuar ese viaje que no sabían adónde las llevaría, pero confiaban más que nunca en el Señor.
Hicieron el viaje a caballo, facilitado por los señores de la finca, pero pasaron malos días, pues hasta se vieron privadas, a las veces, de los necesarios alimentos. Dormían a la intemperie, bajo la cúpula celeste tachonada de estrellas y luceros, y a las horas del alba, los pajarillos con sus armoniosas notas las invitaban a elevar sus oraciones y cánticos al Señor y a proseguir adelante aquel incierto viaje a través de la Sierra de Guatemala.

Llegaron a un poblado de nombre Chantla, donde fueron caritativamente acogidas por el párroco, quien puso a su disposición un carro que las llevó hasta la ciudad de Huehuetenango, de donde pasaron a Mazatenango. Aquí tomaron el ferrocarril para la ciudad de Guatemala. Al llegar a esa capital, tuvieron la grata sorpresa de encontrarse con el Padre Don Eduardo Flores, rector del Seminario de San Cristobal de las Casas, desterrado meses antes de México, quien tuvo la delicada atención de irlas a esperar a la estación y de buscarles acomodo en la misma ciudad.
Hospedáronse las hermanas en la Casa Provincial de las Hermanas de la Caridad en donde permanecieron una semana, pero sin conseguir lugar para establecerse de fijo, antes bien fueron invitadas a pasar adelante.
Entonces la madr Cristina providencialmente recordó que el padre Don Agapito Martínez se encontraba en Santa Ana, población de la vecina República de El Salvador. Dicho sacerdote había sido también párroco de San Cristóbal las Casas, y las hermanas habían tenido oportunidad de conocer su gran caridad. Pusiéronse pues un telegrama dándole aviso de su destierro y llegada a la ciudad de Guatemala.
El Padre Agapito Martínez, tan servicial como siempre, al recibir el telegrama se puso en comunicación con el Ilustrísimo señor Alfonso Belloso, arzobispo de San Salvador, El Salvador e intercedió a favor de las religiosas.
El Señor arzobispo bondadosamente acogió las súplicas y ordenó al padre comunicara a las hermanas que estaba dispuesto a recibirlas en su arquidiócesis y a permitirles establecerse en ella.
Monseñor Alfonso Belloso Sánchez.
El Padre Agapito Martínez participó lo anterior a las hermanas quienes al punto se pusieron en camino hacia la República de El Salvadorn. El 19 de mayo, por vía férrea llegaron a Zacatecoluca, Departamento de La Paz nuestras seis fundadoras, quienes fueron recibidas por el Señor Párroco José Gregorio Machado. Les fue confiado el Hospital “Santa Teresa”, de Zacatecoluca, La Paz, con acuerdo del Señor Gobernador Departamental Dr. Antonio Domínguez, quien les dio cuatro plazas oficiales en calidad de enfermeras quedando así constituida la primera Casa en tierras centroamericanas nominada “Nuestro Padre San Francisco de Asís”.
En los apuntes históricos de la fundación data que el 12 de febrero del siguiente año fundaron una escuela al aire libre para la enseñanza religiosa con atención a los niños pobres que llegaban de la zona rural. (Cf. H.C. Cap. XI).
El día 20 de julio de 1930, el Sr. Gobernador Departamental. Dr. Domínguez, gestionó ante la Srita. Mariana Molina para que donara una casa en la ciudad de Zacatecoluca en la que se fundó el Liceo “San José” Y así sucesivamente se fueron fundando casas en el Salvador, Guatemala, Nicaragua, Costa Rica y Perú, Argentina y Chile.